jueves, 24 de septiembre de 2009

PAN DE AGUIMES

Dicen en mi pueblo que el pan de Agüimes se hace en Ingenio. Da lo mismo. El pan de Agüimes es bueno. Y el de Ingenio también. Mi amigo Policarpo, que es del pueblo lanzaroteño de Ye, vendía pan por las calles y pregonaba: ¡Pan de Ye, pan de Ye! hasta que alguien le hizo ver que vendería más si solamente pregonara el pan, sin decir de dónde, porque algunos consideraban que, mejor que el pan "de Ye" estaría el del mismo día? Y es que lo que uno quiere de verdad cuando compra un bizcocho es que sea bueno, al margen de que sea de Moya o de Tamaraceite. Y eso nunca lleva a confusión. Por eso resulta cansado y sin sentido escuchar todos los días a los políticos contar lo bueno que es su pan, su discurso, su proyecto. Y lo malo que es el del otro grupo. Cuando nunca un gobernante, por sistema, da la razón al grupo de oposición ni los de oposición a los que gobiernan, es que no son de fiar. Nadie hay tan malo que no se le pueda reconocer algo bueno.


Los celos, la envidia, son hierbas que crecen en todos los campos. Hasta en los que predican en contra de ella, aunque a veces haya alguna excepción. Resulta gratificante, por ejemplo, escuchar a un entrenador de fútbol que elogia el buen juego del equipo contrario. O los aplausos de todo el público del estadio valorando el gol del equipo visitante. Ojalá alguna vez lo veamos también en el Congreso de los Diputados o en el pleno municipal. O en la parroquia. Saber reconocer lo bueno de la iglesia vecina o de la persona a la que se sustituyó son signos que engrandecen a quien lo hace. Intentar silenciar, olvidar, callar lo bueno del otro es sencillamente mezquindad.


Cuando sólo se es capaz de reconocer lo bueno de uno mismo o de su equipo, su pueblo o su parroquia, se empieza a rozar o se está ya de lleno en el fanatismo. Me alegra, por ejemplo, escuchar en Gran Canaria comentarios que resaltan los valores de Tenerife. Por supuesto que también me gustaría escucharlos desde la otra isla hacia esta. Son la señal de un verdadero afecto. Los celos en ningún caso son señales de amor. Decía Balzac que ser celoso es el colmo del egoísmo porque es el amor propio, egoísta, elevado a la máxima potencia.


En una ocasión, los discípulos de Jesús se pusieron celosos porque habían visto a una persona ajena a ellos que también curaba y hacía el bien. Los discípulos, ingenuos, querían la exclusiva todo lo bueno. Y, guiados por la envidia, que es prima hermana de los celos, intentaron impedir que siguiera haciendo cosas buenas. Jesús pone cabeza en el tema e interviene diciéndoles poco más o menos:


-No sean tontos. Uno que hace cosas buenas en mi nombre no hace ningún daño. El que no está contra nosotros está a nuestro favor.


?Y desde entonces el pan de Agüimes, no importa dónde se haga, está que se come solo. Y el de Ingenio también.
Publicado por Jesús Vega Mesa en:
www.parroquiasdearinaga.blogspot.com

viernes, 18 de septiembre de 2009

DOS ACTITUDES MUY DE JESÚS

El grupo de Jesús atraviesa Galilea camino de Jerusalén. Lo hacen de manera reservada, sin que nadie se entere. Jesús quiere dedicarse enteramente a instruir a sus discípulos. Es muy importante lo que quiere grabar en sus corazones: su camino no es un camino de gloria, éxito y poder. Es lo contrario: conduce a la crucifixión y al rechazo, aunque terminará en resurrección.

A los discípulos no les entra en la cabeza lo que les dice Jesús. Les da miedo hasta preguntarle. No quieren pensar en la crucifixión. No entra en sus planes ni expectativas. Mientras Jesús les habla de entrega y de cruz, ellos hablan de sus ambiciones: ¿quién será el más importante en el grupo? ¿quién ocupará el puesto más elevado? ¿quién recibirá más honores?

Jesús «se sienta». Quiere enseñarles algo que nunca han de olvidar. Llama a los Doce, los que están más estrechamente asociados a su misión y les invita a que se acerquen, pues los ve muy distanciados de él. Para seguir sus pasos y parecerse a él han de aprender dos actitudes fundamentales.

Primera actitud: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos». El discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades. En su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás. Al contrario, ha de ocupar el último lugar, ponerse al nivel de quienes no tienen poder ni ostentan rango alguno. Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor de todos»

La segunda actitud es tan importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico entrañable. Pone a un niño en medio de los Doce, en el centro del grupo, para que aquellos hombres ambiciosos se olviden de honores y grandezas, y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados de defensa y cuidado.

Luego, lo abraza y les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí». Quien acoge a un "pequeño" está acogiendo al más "grande", a Jesús. Y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado.



Una Iglesia que acoge a los pequeños e indefensos está enseñando a acoger a Dios. Una Iglesia que mira hacia los grandes y se asocia con los poderosos de la tierra está pervirtiendo la Buena Noticia de Dios anunciada por Jesús.


José Antonio Pagola en

lunes, 7 de septiembre de 2009

8 septiembre FIESTAS DE NTRA SEÑORA DEL PINO. Patrona de la diocesis de Canarias


El domingo 6 de septiembre,La Basílica de Teror, se hizo pequeña para acoger a los devotos, muchos de los cuales, habían acudido desde muchos rincones de la isla para conseguir un asiento en el templo mariano.
La Virgen estará en el trono cerca del altar, hasta el domingo 20 de septiembre, día en que volverá a subir al camerino, fecha en que terminarán las fiestas de Teror 2009.