martes, 29 de diciembre de 2009

DESCANSA EN PAZ, PACO

Una guía perfectamente uniformada informaba a los visitantes de la Bodega Calem, en Oporto, que en breve se iniciaría el recorrido por las instalaciones, para lo que se iban a formar tres grupos: uno para españoles, otro que usaría el francés y el último para angloparlantes. Descartado el primero, hubo que elegir el del idioma que, además del castellano, la mayoría conocía, el inglés. Paco, que era de francés, rumió la derrota hasta que, por la noche, en un bar de la ribera del Douro, frente a los rabellos, típicas embarcaciones cargadas de cascos de vino, celebramos con risas el error de haber confundido el precio del vino, de 40 ó 50 años, que nos estábamos tomando: lo escrito en la pizarra (unos veinte euros de hoy) era lo que costaba cada copa, y no la botella, tal y como habíamos pensado. Entre los cuatro (Paco, mi primo Leo, mi hermano Enrique y yo), habíamos tomado dos botellas cenando, por lo que tuvimos que reunir todo el dinero que llevábamos encima para poder pagar la enorme cuenta. A mediados de los ochenta, en el Portugal de los pacotes laborais, de las reformas laborales, sucedió todo esto.

Este recuerdo y otros muchos llegan a la cabeza sin tregua. No es el más relevante, es el que ahora gana. Mientras, preparo los bártulos en Tacoronte para acudir a La Garita, a Telde, al funeral de Paco. Una llamada de mi hermano Enrique, el martes 22 de diciembre, fue la que anunció la muerte del otro hermano, Paco. Treinta años de amistad, desde la adolescencia, hasta la actual inmadurez. Otra llamada, a los pocos minutos, desde Suecia, de otro amigo, José, se solidariza con el dolor que nos aprieta; tenemos que cortar el teléfono, como ya lo hicimos mi hermano Enrique y yo.
Las mohosas sotanas laguneras - que la beca de una adinerada señora, creo de la propia Aguere, le permitió sobrellevar- lo empujaron, junto a otros compañeros, a las oreadas y prometedoras ropas de calle que, desde Vegueta, veían siete estrellas verdes sobre un país en el que la justicia y la igualdad sociales fueran la expresión terrenal de los deseos divinos. La TERECA, Teología de la Realidad Canaria, proclamaba el deseo de anclar a la tierra la reflexión teológica. Manuel Alemán, otro cura, de Agaete, concretó en Psicología del Hombre Canario la expresión laica de esa preocupación. Por lo visto, desde ese tiempo, en la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, la evolución ha sido lenta; en la de Las Palmas, más bien como los cangrejos, por lo que irán ahora acompasadas.

Casi al llegar, aterrizó en una vigilia que, en la Catedral de Vegueta, homenajeaba al asesinado arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, en marzo de 1980, un hito en la Teología de la Liberación, en la lucha por los derechos humanos, en la llamada opción preferencial por los más pobres, modelo a imitar para muchos, desde luego, para Paco.

Después de algún tiempo, se ordenó como sacerdote y empezó un periplo que lo hizo recorrer las parroquias de El Doctoral, San Francisco y La Garita y Marpequeña. Durante casi todo el tiempo, compartió su labor pastoral, pegada al pueblo, con la enseñanza de la Religión, salvo un pequeño período en el que se le privó de esa actividad y decidió ganarse los garbanzos con diversas tareas, una de las cuales, vendedor de películas impropias, le valió una urgente reposición a sus labores en el magisterio.

Paco era un gran vacilador. La representación del lanzamiento y posterior estallido de un volador, sonido logrado con la interrupción del aire expulsado por la boca hecho con la mano derecha y culminado con una estridente palmada; y el golpe de la mano que asoma a través de la ventanilla del coche en la puerta y que se asocia a un inesperado impacto por despiste del chófer, eran dos de sus más conseguidas y reiteradas machangadas, de las que me declaro fiel aprendiz. Las imitaciones de personajes públicos, como Jerónimo Saavedra y Olarte (posteriormente, admirador confeso de Paco), también figuraron en su repertorio de vacilones. Si conocen a unos cuantos miembros de su familia, sabrán que era una cualidad inscrita en su ADN. Por cierto, una vez casi mata del susto a unas señoras en las Cuevas de Altamira, o en otras cercanas -no recuerdo bien- por un oportuno ladrido de imitación cuando el guía comentaba el parecido de una estalactita a un perro pequinés; unos niños que estaban cerca fueron severamente reprendidos por el guía. Varios lustros, duró la risa.

Vital y con determinación, un jiribilla incuestionable, no paraba la pata. Muchas veces, fuimos sólo a tomar café de Las Palmas a San Mateo, o una cerveza de San Andrés a Almáciga. Siempre estaba haciendo algo, yendo y viniendo; quieto, poco. Otra cosa era el deporte, que dejaba equivocadamente para otros. Los artilugios de todo tipo -emisoras de radio, pitas estridentes para el coche...- se hallaban entre sus modestas diversiones, que mostraba con alegría infantil cuando se trataba de alguna novedad llamativa. Una furgoneta preparada para vivir en ella, comprada de segunda mano y, poco a poco, mejorada, también fue pasión.

Pocas dudas, casi no recuerdo verlo titubear ante nada; radical en su pensar y actuar. En una bodega de Satautey, el bodeguero, lo llamaba cura macho, por su iniciativa y audacia. Como bien se recordó en su misa funeral de San Andrés, cuando habló, poco después de la toma de posesión, con el nuevo obispo de la Diócesis Canariense, Francisco Cases, le espetó, para empezar, que no le tenía miedo alguno. No olviden que fue activo miembro de una plataforma para lograr la designación de un obispo canario que sucediera a Ramón Echarren, lo que, con el nombramiento de Cases, no pudo evitarse. Otra cosa es que el vigor de esa lucha fuera en balde, la semilla no creo que cayera entre pencas de tunera.

El compromiso político con su país y con la clase dominada, difícil de expresar con claridad en una organización de jerarquía insoslayable, de pensamiento rígido y mayoritariamente conservador, le trajo más de un problema.
Como cura, por su extravagante conducta, costaba que muchos se lo creyeran, al menos, inicialmente. La extravagancia consistía en comportarse como cualquier persona que no fuera cura: vestimenta informal, bromas diversas, parrandas frecuentes... La verdad es que, en su favor, puede decirse, cuestionando la convicción popular, que no vivió como un cura. Lo mismo nombraba en la homilía a Carlos Marx, patrón de la clase obrera, que hacía una ofrenda a Secundino Delgado, padre de la patria canaria. No se trataba sólo de palabras, siempre estuvo al lado de los menos favorecidos y de la defensa del derecho a ser para nuestro pueblo. El dinero que tenía lo entregaba sin miramientos a quienes lo necesitaran. Gracias a esa costumbre, los herederos podrán dar fe de la fortuna que atesoró.
Izó una bandera canaria de siete estrellas en el mástil de su iglesia, primero; y una del arcoíris, después. Por la primera, se vio involucrado en una persecución rápidamente abortada gracias, salvo mejor parecer, a un colosal movimiento de solidaridad manifestado singularmente a través de Internet (http://www.elpuebloconelcurapacobello.com/).

El obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases Andreu, dijo, en el funeral de Paco en la iglesia de La Garita, que había que dejar para Dios las valoraciones sobre la vida terrenal; que él, el propio obispo, siempre tendría mayor confianza en el juicio divino que en el de los mortales. Yo, conocedor de las valoraciones de algunos mortales, y enemigo declarado de panegíricos, digo que, en vez de valoraciones, aquí quedan algunas constataciones: un hermano, un amigo, un nacionalista canario valiente, un referente en la Iglesia y fuera de ella, un hombre sencillo, del pueblo, que tuvo, que tiene, un millón de amigos y amigas.

Constato, también, la enorme satisfacción que debió sentir el obispo al echar agua bendita sobre la bandera canaria que cubría el pijama de madera de Paco, oír la atronadora ovación que siguió la colocación del paño tricolor de siete estrellas verdes por sus dos sobrinos, Melo y Pedro, y, sobre todo, pasar con báculo y mitra bajo el palio providencial de otra bandera nacional con crespón negro de casi cincuenta metros cuadrados, elevada por unas treinta personas a la salida de la iglesia. El Aguañak de Taburiente sonaba con orgullo electrizante. En el San Andrés lindo y pesquero, el de las blancas casitas, se repitió el acompañamiento trabajoso de la gigantesca bandera desde la iglesia hasta la avenida donde llegaba la maresía. Seguro que Paco, ni en sus mejores sueños vio tales imágenes. Son sólo constataciones; las valoraciones, para El Que Todo Lo Ve.

La ausencia de Paco nos va a acompañar a muchos hasta que llegue nuestra propia ausencia: la maldita parca es inevitable. Ahora, hasta que ese momento llegue, tenemos un ejemplo más en que apoyar nuestra lucha, que era la suya, la que hasta hace unos días llevábamos juntos, codo con codo, la de quienes tenemos, permítanme la paráfrasis, una opción preferencial por un país soberano e igualitario.
Hasta siempre, Paco. Como diría Benedetti, viviste adrede. Ahora, te conviertes en luz, nuevo faicán, que ilumina este pequeño y gran país. Esta Navidad de 2009 llueve también en nuestro corazón.

José Manuel Quintana Hernández

En Tacoronte, a 27 de diciembre de 2009

miércoles, 23 de diciembre de 2009

martes, 22 de diciembre de 2009

PACO BELLO HA MUERTO, SU TESTIMONIO NO

EL TESTIMONIO DE PACO BELLO SIGUE MUY VIVO: EL CURA NO DEPENDENTISTA

En estos momentos, ante su muerte física, nada mejor que leer sus palabras, su testimonio sigue muy vivo. Paco Bello afirmaba: "No creo en los políticos que se dicen nacionalistas y luego fomentan el pleito insular en Canarias".

El párroco de La Garita y Marpequeña (Telde) manifiesta a El Día que la bandera de las siete estrellas verdes representa "a mi tierra, a mi país, es símbolo de identidad y refuerza mi fe en Jesús de Nazaret, pues él también se desvivió por su pueblo"


Tinerfeño de nacimiento, Francisco Pérez Bello, al que conocen más como Paco Bello, es un sacerdote diferente. Diferente por algunas de sus iniciativas en favor de los colectivos marginados y desfavorecidos que, por lo pronto, no son habituales en el seno de la Iglesia. Como colgar la bandera del Orgullo Gay en una de sus parroquias. Pero el padre Bello también se considera político y defiende una bandera y una ideología que lleve a Canarias a no depender de los gobiernos de turno del Estado. Estudió Filosofía y Teología y, desde 1980, vive y ejerce su magisterio en Gran Canaria, actualmente en las parroquias de La Garita y Marquepeña, en el municipio de Telde.

-¿Por qué cree que se le considera un sacerdote diferente al resto de su gremio?

- La verdad es que todos somos distintos, no hay dos curas que seamos iguales en todo; los hay de todos los estilos y colores. También hay envidia y celos en el clero. Precisamente esto lo ha dicho un obispo hace poco.

-¿Y se siente observado o atacado especialmente por esa diferencia que marca algunas de sus iniciativas?

-Observado creo que nos sentimos todos los sacerdotes, porque quieras o no somos personas públicas que siempre estamos en el punto de mira de todos, incluido el de los compañeros, pero la Iglesia está formada por personas y eso es normal. Cuando un grupo de sacerdotes, que éramos más de cuarenta, hicimos una campaña para que los obispos de Canarias fueran canarios y para que en el Archipiélago se constituyera de una vez el Arzobispado de Canarias y no depender de Sevilla, hubo algunos sacerdotes que nos miraban mal e incluso pensaron que nosotros no éramos católicos, con lo que esa palabra significa, "universal". Precisamente eso es lo que más queríamos, porque en 650 años que lleva la Diócesis no ha habido sino un solo obispo canario por accidente, que era hijo de un regidor de Agüimes y que habían colocado los españoles durante la Conquista y que nació aquí por casualidad. Era el obispo Verdugo. -Entre esas iniciativas, incluso polémicas, estuvo el colgar la bandera del arco iris el día del Orgullo Gay en una de sus parroquias.

¿Se considera un hombre valiente?

-Valiente no. Me siento un hombre libre, consecuente con mis principios cristianos, y en todo momento intento seguir al Jesús del Evangelio, al Jesús libre frente a tantas hipocresías que existen en nuestro mundo. La bandera del arco iris es el símbolo, precisamente, de la libertad y de la tolerancia, de lo cual Jesús siempre dio muestras firmes de apostar por ellas.

¿Cómo no voy a apoyar a un colectivo que aún es denigrado e insultado por tantos intolerantes que no aceptan la diversidad?

Lo único que hice es poner en práctica el objetivo que el obispo Francisco Cases había marcado para el curso 2007-2008: "Abran las puertas".

-¿Y cómo justifica usted el representar a un colectivo, la Iglesia Católica, que no se caracteriza especialmente por ser tolerante con la homosexualidad?

-Yo no represento a ningún colectivo. Yo sólo me solidarizo con la causa de tantos y tantas que, aún hoy día, siguen discriminados, aún dentro de la Iglesia, por parte de algunos de sus miembros. La Iglesia no sólo son los obispos y sacerdotes. La gran mayoría son seglares. La Iglesia somos todos los bautizados. Hace poco a un obispo de la Diócesis de Saltillo, en México, se le hizo un reconocimiento público por parte de los cristianos gays. Este obispo católico de México organizó en su Diócesis el segundo festival del Orgullo Gay, así que no toda la Iglesia es igual. -

¿Por qué cree usted que la Iglesia se ha desviado tanto de lo que predicaba Jesucristo en apoyo a las diferencias y a los más desfavorecidos?

-Creo que aún hay cristianos y cristianas que siguen defendiendo y luchando por la causa de los pobres, siendo voz de los sin voz, siguiendo el ejemplo de Jesús. Y también hay algunos cristianos que defienden lo contrario, poniéndose junto a los poderes fácticos de este mundo y fomentando la intolerancia y el fundamentalismo para sostener su actitud antievangélica.

-¿Cómo cree que se vive la política en la Iglesia?

-La Iglesia está formada por personas que viven en una sociedad, que están influidas por el ambiente donde viven. Por eso la Iglesia también hace política desde el momento en que expresa su opinión e intenta anunciar el Evangelio de Jesús. Por eso es un error decir que la Iglesia no debe hablar de política, o que no debe meterse en política, porque si anuncia el Evangelio de Jesús ya está haciendo política. -En el despacho de una de sus parroquias tiene usted una bandera canaria con las siete estrellas verdes,

¿qué significado tiene para usted?

-Yo vivo en Canarias, no voy a poner la bandera de Madrid, con todos mis respetos para los madrileños; es lo más coherente para un canario auténtico. En mi despacho de La Garita, es verdad, tengo una bandera canaria, símbolo de una Canarias unida; eso es lo que siempre llevo en el corazón, a todas las Islas. No creo en los políticos que se dicen nacionalistas y luego fomentan el pleito insular. Mientras el pueblo no se dé cuenta de que juntos podremos hacer que Canarias cambie a nuestro gusto, los políticos seguirán sacando beneficio a costillas de nuestra división. Para mí, la bandera representa a mi tierra, a mi país, es símbolo de identidad y refuerza mi fe en Jesús de Nazaret, pues él también se desvivió por su pueblo. De hecho, el próximo miércoles 22 de octubre es el 44 aniversario de la bandera nacional canaria. Para celebrarlo, un grupo de sacerdotes queremos enarbolar nuestra enseña en el parque Doramas de la capital grancanaria, en el monumento de Atis Tirma. Será a las cinco de la tarde. -A usted lo denunciaron por colocar esa bandera... -Sí, dos catequistas de La Garita me denunciaron ante el Juzgado número 5 de Telde, ante la Policía y ante el obispo por poner la bandera canaria durante las fiestas en lo alto de la iglesia. Eso hizo que el pueblo canario, la gente de mi parroquia en especial, empezara a conocer el significado que tiene este símbolo en el corazón de todos los que aman Canarias. Cuando conocieron que la juez sobreseyó el caso hubo un gran apoyo popular hacia mi persona y hacia la bandera tricolor.

-¿Se considera independentista canario?

-Yo siempre digo que a mí no me gusta ser dependentista, no me gustan las dependencias, no me gustan las ataduras, me gusta depender sólo de Jesús de Nazaret. Un pueblo que esté sometido nunca avanzará hacia el progreso. Ahí tenemos los datos de Canarias respecto al paro, a la sanidad, al índice de fracaso escolar, a la degradación del medio ambiente, a la corrupción, al índice de precios al consumo... en todo vamos a la cola respecto a las demás comunidades autónomas y, si no, recuerden las estadísticas que frecuentemente publica el Instituto Canario de Estadística (Istac) y los mismos medios de comunicación. Otro ejemplo es que los pueblos que dependen de una potencia extranjera pertenecen al tercer mundo, porque la fuerza dominante no le deja desarrollarse. Nos han hecho depender del exterior en todo para tenernos dominados. El obispo emérito de Sao Félix, en Brasil, Pedro Casaldáliga, decía que nosotros los sacerdotes debíamos ayudar a descolonizar el mundo. Y añadía: 'Ni colonizadores ni colonizados. A ellos, víctimas del holocausto del lucro y del etnocentrismo, les agradaría vivir humanamente y poder ver a los seres humanos en todos, incluso en sus posibles colonizadores de ayer y de hoy, militares o eclesiásticos, políticos o intelectuales...". -Un amigo suyo, el padre Fernando Báez, afirma que la Iglesia es política y que un sacerdote que no haga política no es sacerdote.

¿Está de acuerdo? ¿Qué añade a esta afirmación?

-El mensaje de Jesús apuesta por los pobres, por los desfavorecidos de esta sociedad; se pone, de una forma clara, de parte de los más desfavorecidos. Esto ya es política, desde que defendemos los valores del Reino de Dios estamos haciendo política. Y desde que los documentos de la Iglesia hablan de justicia social estamos hablando de política. Parece que está de moda decir que no se quiere hablar de política. Creo que eso es falso, puesto que desde que nos posicionamos en la sociedad ya estamos adoptando una postura política. Cuando vemos a las autoridades civiles o militares en una procesión o en una Eucaristía, con sitios reservados para ellos, esa actitud es política, pero política de la mala. Cuando el centro teológico de Canarias, en Las Palmas, realizó una mesa redonda para reflexionar sobre las elecciones y sólo invitó a ciertos partidos políticos, como PSOE, PP, CC y discrimina a otros partidos independentistas, esa acción es descaradamente política a favor de una opción. Creo que la Iglesia no debe tomar opción por ningún partido determinado. En todos los partidos, guste o no guste, hay hijos de Dios. -Ha habido casos de sacerdotes que han dejado sus hábitos para emprender una carrera política. El más reciente está en Paraguay, donde su actual presidente dejó su ministerio como obispo para presidir el país.

¿Haría lo mismo (dejar sus hábitos) si las circunstancias así lo establecieran?

-Para nada. Creo que desde la opción de obispo o sacerdote se puede llevar el destino de un país. Igual estaría bien dejar la responsabilidad pastoral mientras dure el cargo político, pero no reducir a nadie al estado laical. Tenemos el ejemplo de Andorra y la Sede de Urgell, donde un obispo es presidente del país. -Muchos sectores de la sociedad coinciden en que la política ha caído en lo más bajo, asociada en muchas ocasiones a casos de corrupción y enriquecimiento ilícito de sus integrantes.

¿Es peor la política en Canarias que en otras comunidades?

-La verdad es que hay motivos para pensar así. Vemos cómo el mismo vicepresidente del Gobierno de Canarias (PP) está siendo investigado por la Fiscalía y aquí no pasa nada; tenemos el "caso Faycán" en Telde; el de Las Teresitas, donde Miguel Zerolo y otros políticos también están siendo investigados. Y aquí nadie dimite. La política de Canarias, como la de España, está muy viciada; habría que animar a los legisladores para que lleguen a la conclusión de que las listas abiertas son una buena solución para acabar con la corrupción. También habría que legislar un tiempo máximo en que una persona estuviera en la Presidencia del Gobierno, no más de ocho años.

Fuente: El Día (Tenerife)
Publicado por IGLESIA CANARIA http://iglesiacanaria.blogspot.com , su periódico digital.

domingo, 20 de diciembre de 2009

LOS PRUDENTES...


Esta claro que esta no es una “virtud” teologal… La prudencia que tantas veces es asumida con vehemencia por muchos, no solo en la Iglesia, no es más que permanecer a la espera, no dejar que la vida fluya sino mantener una distancia para que esta, la Vida, no te salpique.
Mi amigo, mi hermano, mi compañero de camino, que lleva ya 25 años en esto, salió enfadado de Lanzarote el pasado martes… Cuando intentábamos hacer una lista de gente dispuesta a poner su nombre, solo a eso, a poner su nombre se encontró con otra lista: la de los prudentes. Llamamos algunos y a otros, ni lo intentamos, pues ya dábamos por hecho que querían reflexionar, meditar, orar, rehacer, pensar y todos esos verbos que al calor de la prudencia ayudan al sujeto a no posicionarse, o mejor dicho, a posicionarse lejos de todo lo que les pueda afectar.
Y miren por donde, tantas veces que he experimentado el mismo enfado por posturas parecidas me lleva a compartir con ustedes esta reflexión.
No pertenece a Dios la prudencia. (Hasta el nombre es feo. No sé si esto me viene por una compañera del instituto que así se llamaba, aunque bastante guapa era muy antipática…) Actuar con precaución para evitar posibles daños, esta es su definición; la prudencia, no pertenece a la realidad creadora de Dios, que dejando en nuestras débiles manos el paraíso, tardamos muy poco en convertirlo en un infierno. No evitó posibles daños sino que se dejó llevar por un amor apasionado a la obra creada y en nuestra maravillosa libertad hemos sido capaces de ir trabajando a lo largo de los siglos para que podamos empujar la historia hasta sus entrañas de misericordia. Y así desde que el mundo es mundo, Él ha ido actuando en el corazón de su pueblo, de su gente para que lanzándose a nuevos caminos buscaran la tierra que mana leche y miel. Y así, Abraham imprudentemente se aventuró a dejar su tierra, su parentela y la casa de su padre y se puso en marcha; la hospitalidad del desierto aprendida a lo largo de los siglos sirvió a Abraham para recibir en su tienda al mismo Dios, que le regaló un hijo que de nombre tenía que ver con la sonrisa… Tranquilos no voy hacer un recorrido por la palabra de Dios porque sería muy pretencioso por mi parte pero si que me apetece descubrir, en Moisés, los profetas, las huellas de un Dios que se deja llevar por amor, tal es así, que a su pueblo que tantas veces renegó de Él, abrió siempre las puertas de su corazón para seducirle como un joven seduce a su doncella apasionadamente aunque ésta, haya sido una auténtica “puta” …
No pretendo un nuevo artículo en el credo, de nuevo otra broma, pero si que suelo compartir con la gente la necesidad que tenemos de ir llenando el Credo que aprendemos de memoria de experiencia de Dios; Creo en un Dios que se aleja de la prudencia de Jonás, (auque sea él el que marcha lejos), y perdona a su pueblo como tantas veces lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Creo en un Dios que actúa por amor, y aquí, amigo mío, no cabe la prudencia… Porque es en el amor, que vemos como dice Juan en su carta, el que nos permite saber que estamos vivos, Vivos en la Vida, que se hace verdad cuando Aminetu Haidar tiene ovarios para ponerse en huelga de hambre arriesgando su vida porque quiere un mañana de libertad para sus hijos, para su pueblo; se hace verdad cuando no calculamos tantas cosas y nos lanzamos a estar en las causas perdidas, con los que sufren, con los que lloran, así que hermanitos amemos las virtudes teologales, la esperanza, la fe, el amor, “la mas excelentes de todas” como nos dice Pablo.
A veces que andamos tan preocupados con un vosotros o un ustedes, con un quítame allá ese pan que si no tiene gluten no es valido para la eucaristía, me parece que nos falta mucha imprudencia, mucha libertad para seguir Aquel que cometió la gran imprudencia de Dar la Vida por nosotros…

Sergio Afonso Miranda, párroco de Hoya La Plata y Casa Blanca, Las Palmas

viernes, 11 de diciembre de 2009

LA VIDA ESTÁ ANTES QUE LA LEY

La huelga de hambre de la activista saharaui, Aminetu Haidar, trae de cabeza a media España. Esta mujer ha tomado la firme decisión de morir de hambre antes que ceder a los intereses del Reino de Marruecos, que no está dispuesto a conceder absolutamente en nada que ponga en cuestión sus intereses económicos en el Sahara Occidental.

El Gobierno Español ha hecho numerosas gestiones, al menos, para convencer a Haidar de que, siquiera de momento, se deje alimentar para salvar su vida. Pero, por lo visto, ella está dispuesta a inmolarse por salvar a su pueblo de los atropellos a los derechos y libertades que la ONU les ha querido garantizar repetidas veces.

Los políticos españoles andan consultando a los juristas qué es lo que se puede hacer en un caso así. Un caso que, según parece, no está expresamente previsto en las leyes vigentes. De ahí las consultas a los expertos, para encontrar una justificación legal a la situación planteada por esta mujer.

Yo no discuto si ella es libre para inmolarse. Como cualquiera puede ser libre para suicidarse. Las leyes no entran en eso, porque ¿qué castigo se le va a imponer a un difunto? El problema más inmediato está, a mi manera de ver, en si, cuando se presente un caso así, lo primero es el "imperio de la ley" o lo primero es la "protección de la vida".

Pues bien, planteado así el problema, la solución - desde el punto de vista cristiano - está muy clara: lo primero en la vida es defender la vida, asegurar la vida, dignificar la vida, proteger la vida.

Por eso, según el Evangelio, cuando Jesús encontraba a un enfermo o un lisiado, aunque la Ley religiosa lo prohibiera, el enfermo quedaba curado. Porque, para Jesús, la vida está antes que la ley, aunque sea la Ley Divina.

¿No tendríamos que ponernos todos de parte de esta mujer, para defender su vida y su noble proyecto, por más que quizá no estemos de acuerdo con los procedimientos que Haidar ha adoptado para lograr lo que pretende? ¿Qué criterios rigen nuestras convicciones más hondas? ¿Los criterios emanados del Derecho Romano o los criterios que propone el Evangelio?

José M. Castillo en www.feadulta.com

martes, 8 de diciembre de 2009

¿A QUÉ ESTÁIS ESPERANDO? MEDITACIÓN DE ADVIENTO SÓLO PARA OBISPOS

¿Qué os ha ocurrido queridos hermanos Obispos? ¿Quién os ha cerrado los ojos? ¿Cómo no oís el clamor de este Pueblo que busca guías fieles y ejemplos evangélicos?

¿Habéis olvidado vuestros días de fervor? Os imagino orando con fe reventona, con el clamor del Evangelio en las entrañas, con el amor al Pueblo de Dios apretado a la cintura hasta confundirse con vuestra propia carne.
¿Qué pasa cuando os nombran Obispos? ¿Qué cambia en vuestro interior? ¿Por qué os dejáis uncir como silentes bueyes a la uniformidad, al paso lento, al pensamiento único, a los arcaicos signos y estructuras? Eso no es unidad, hermanos míos, eso es claudicación ante la permanente llamada del Espíritu renovador. ¿No sois vosotros los adalides del Evangelio? Pues deberíais ser los primeros en reflejar el permanente dinamismo de la vida: "He venido para que tengan vida y la tengan abundante" (Jn 10,10).
Sin embargo, os percibimos atrincherados e inmovilizados bajo el incienso de vuestros turiferarios. ¿Os habéis fijado -por ejemplo- en quiénes conforman vuestros Consejos? Con los laicos contáis poco, pero los que escogéis son siempre los bailadores del incensario. No toleráis los distintos, críticos, disconformes, heridos, perdidos o buscadores. Habéis borrado de vuestro particular evangelio a los "zaqueos", "magdalenas", "mateos", "leprosos", "paralíticos", "cananeas", "adúlteras", "bartimeos", "samaritanos" y demás gente sospechosa. Os encanta rodearos de doctores, escribas y fariseos.
Por supuesto, la oveja perdida ya falleció de cansancio, desorientación y hambre hace mucho tiempo. "Porque voy a poner en este país a un pastor insensato, que no se preocupará de la oveja perdida, ni buscará la que anda descarriada, ni curará a la herida, ni alimentará a las sanas; sino que comerá la carne de las más gordas y no dejará ni las pezuñas" (Zac 11,16).
Podría seguir con Ezequiel 34, pero de sobra lo conocéis. La Escritura debería, al menos, cuestionaros.
Hoy sólo quiero invitaros a meditar sobre vuestros signos, vuestra apariencia, vuestra imagen ante nosotros y ante el mundo. Bajo la pesada losa de la uniformidad e inmovilismo canónicos os amancebáis con la pompa, el lujo, la púrpura, el boato y la profanidad. ¿Os sentís cómodos con vuestras coronas, cetros y tronos? Un sirviente no necesita ostentosa corona. No es propio, no es adecuado, no es digno. Su entrega, su servicio y su sudor son su auténtica diadema.
Un pastor bueno escucha, conoce y camina sencillamente entre sus ovejas: "Conozco a mis ovejas y ellas me conocen" (Jn 10,14). No se ciñe picuda corona, ni se fabrica relucientes cetros, sino que apoya su cansancio en un palo, que eso es un cayado.
Si queréis ser guías, mostrad con vuestro ejemplo la luz del Evangelio. No os endioséis en tronos y sitiales que nos confunden y abochornan. No aceptéis palio, baldaquino o dosel para ensalzar vuestra dignidad, porque nada de eso necesitáis para vuestra misión. Es muy difícil percibiros como apóstoles porque no sólo habéis caído en la ambición de vuestra carrera eclesiástica: "uno a tu derecha y otro a tu izquierda" (Mt 20,21), sino que os habéis subido al mismísimo trono divino con la excusa de que sois sus representantes, sus vicarios, sus apoderados, sus mediadores, su autoridad.
Vuestros signos no son los del Señor: "El más pequeño de vosotros ése es el más importante" (Lc 9,48). "Ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón" (Mt 10,10). ¿Cómo podremos reconoceros con tanto disfraz?
Rechazad toda apariencia de poder! ¡No os es lícito convivir con esa concubina del encumbramiento, el fasto y oropel! Vuestra legítima esposa es la Iglesia, este Pueblo fiel que os busca y os ama a pesar de todo…
Buscad los signos del Señor: "Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen con su poderío. No será así entre vosotros, sino que, si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos" (Mt 20,25).
¿Cómo podéis haceros llamar Santidad o Santo Padre? ¿Por qué no os habéis conformado con el “servus servorum”? ¿No sois vosotros los especialistas en Escritura? Sus palabras son nítidas y transparentes:

- "Sólo Dios es Santo" (Mt 19,17).
- "Tú eres el único Santo" (Ap 15,4).
- "Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto" (Mt 4,10).
- "No a nosotros, Señor, no a nosotros sino a tu nombre da la gloria" (Sal 115).
- "Pero vosotros no os dejéis llamar maestro, porque uno es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. A nadie en la tierra llaméis padre, porque uno solo es vuestro Padre, el celestial. Ni os dejéis llamar preceptores, porque uno solo es vuestro preceptor: el Mesías. El más grande de vosotros que sea vuestro servidor. Pues el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" (Mt 23,8).
Y lo cantamos a voz en cuello: "Sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, solo Tú Altísimo Jesucristo" (Gloria).

¿Cómo podéis haceros llamar “monseñor”, mi señor? Me aterra la lucidez que os ha sorbido esa aduladora vanagloria con la que vivís. "¡No os es lícito!" (Mt 14,4).
Me duele hasta el hondón del alma la ceguera a la que os ha reducido. Camináis ciegos y sordos bajo vuestras ilustrísimas, excelentísimas, reverendísimas y eminentísimas contradicciones. Cuanto más os encumbráis más lejos estáis de este Pueblo y de su Dios.



Habéis sido nombrados servidores para ayudar, no para vuestro propio medro y prestigio. "¿Cómo podéis creer, si sólo buscáis honores los unos de los otros, y no buscáis el honor que viene del Dios único?" (Jn 5,44).

Os vestís afeminadamente con llamativos colores, sedas, rasos, encajes y borlas. No me refiero a los ornamentos eucarísticos, que prestan un servicio cara al Pueblo, sino a los que usáis para vuestra pompa personal. Os encofráis la cabeza con arcaicos perifollos y os significáis bajo teatrales capas. Os ceñís fajines de generales y nobles, aceptáis reverencias ante vuestra pobre humanidad y no dais un paso sin vuestro maestro de ceremonias. ¿Es propia del reino de Dios tanta farándula?
"Guardaos de los maestros de la ley, a los que les gusta pasearse con vestidos ostentosos, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes" (Mc 12,38).

Os colgáis preciosos pectorales, como insignias o condecoraciones, pretendiendo que signifiquen vuestro cristianismo. ¿Se os ha olvidado cómo era la Cruz del martirio del Señor? ¡Madera de la más basta! ¿Por qué no vemos sobre vuestro pecho -y no sobre hartas barrigas- una sencilla cruz de madera con la silueta del Crucificado grabada a fuego? Eso sí lo entenderíamos. ¿Es poco para vosotros? ¿Tan cogidos os tiene la pecadora ostentación?
Qué buen ejemplo daríais a muchos católicos que pervierten la cruz en presuntuosa joya de lujo; a muchas religiosas que trocaron la cruz por inexpresivos colgantes; a muchos sacerdotes que, abandonando todo signo de su misión, se ocultan bajo mundanas corbatas o se aderezan con anillos y pendientes. De tal palo, tal astilla.
Vuestras manos han sido consagradas para bendecir, ayudar, perdonar y guiar. Pero vosotros las habéis paganizado con grandes anillos. ¿No os importa nada escandalizar? "Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una rueda de molino y lo tiraran al mar" (Mc 9,42).



"Hacen todas sus obras para que los vean los demás. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos del manto" (Mt 23,5). "¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de Dios a los hombres! ¡No entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren!" (Mt 23,13).
Por si todo eso fuera poco habitáis en palacios, usáis blasones nobiliarios, os hacéis pintar grandes retratos para memoria de los años venideros. ¿Memoria de qué? ¿De vuestro amancebamiento con el poder, el lujo, la fama, la imagen, la ostentación y la vanidad del mundo?
"Por los frutos les conoceréis" (Mt 7,16). Habéis elegido, como signos de vuestra dignidad, la exhibición de vuestra indignidad cristiana porque os habéis rodeado de signos paganos. ¿No es eso lo que se aprecia, a simple vista, sólo con observar cómo os presentáis ante la Iglesia? "Vosotros sois los que os las dais de intachables ante la gente, pero Dios os conoce por dentro, y ese encumbrarse entre los hombres le repugna a Dios" (Lc 16,15).
Sé que en los últimos años os habéis simplificado, pero "os falta un largo camino" (1Re 19,7). Sé que sois “creyentes”, algunos incluso "fervorosos creyentes", pero no resultáis “creíbles” porque os falta coherencia.
Me duele tener que deciros todo esto. Siento una terrible vergüenza porque un pecador no es el indicado. Pero no tengo más remedio que expulsar esta profecía que me lleva corroyendo las entrañas mucho, muchísimo tiempo… ¡Daría por vosotros la vida! Pero no puedo silenciar la contaminación mundana que os rodea.
"Como cristiano que soy, digo la verdad, no miento. Mi conciencia, bajo la acción del Espíritu Santo, me asegura que digo la verdad. Tengo una tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor" (Rom 9,1).
Tengo la esperanza de que, alguna vez, cuando os arrodilléis a orar ante una talla del Crucificado, os fijéis bien en el vestido que arropa su dignidad, en los rubíes que adornan sus manos, en su corona de Rey, en la magnífica sede magisterial desde la que enseña. Espero, tengo la esperanza, de que esa visión sea el comienzo de vuestra liberación.
Hoy os ruego que meditéis sólo sobre vuestros signos externos, lo que se ve, lo que os desprestigia y os ata. No me siento con fuerza para hablar de vuestro autoritarismo o de vuestra afición a arrancar supuestas cizañas sin esperar a la siega, en contra del mandato evangélico: "¡No! No sea que al recoger la cizaña, arranquéis con ella el trigo" (Mt 13,29).
Tampoco quiero extenderme con vuestro protagonismo, con vuestra creencia de que sois los garantes de la Iglesia, es más, de que sois "La Iglesia". ¿Se os olvidó que quien dirige y garantiza es el Espíritu Santo? ¿Por qué no lo veis caminando entre el Pueblo?
Habéis institucionalizado vuestros escándalos, por eso no los veis. Todo lo justificáis bajo un burdo disfraz: la sacralización. Esa capacidad que os arrogáis para convertir en sagrado lo profano o inmoral. Habéis llegado a sacralizar y santificar el oro, la plata, las joyas, las piedras preciosas, el arte profano, es decir, la riqueza mundana. Convertís el oro en “oro del templo” y todos justificados. Habéis promocionado su uso, acumulación y exhibición como signos de religiosidad. Coronáis y enjoyáis imágenes, construís riquísimas custodias, coleccionáis valiosos cálices, copas, relicarios, etc. ¿De verdad creéis que el Señor se encuentra cómodo entre tanta brillante riqueza?

Decís: “para el culto a Dios lo mejor, lo más valioso”. ¿De verdad pensáis que lo más valioso es la riqueza material? ¿Qué haremos entonces los que, como vuestros predecesores Pedro y Juan, "no tenemos oro ni plata" (He 3,6)?
Habéis sustituido los “novillos cebados” por lujos y objetos preciosos. ¿Eso le agrada al Señor? "Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable" (Cant 8,7).
¿Se os olvidó que el verdadero culto a Dios está unido a la misericordia? "Cuando lo hicisteis con alguno de éstos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt 25,40). "Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos" (Os 6,6).
Incluso habéis creado museos para exhibir la historia de vuestras riquezas, algunas muy antiguas, como antigua es vuestra ceguera. El otro día me hirió de repente una visión aberrante: un famoso Nazareno con corona de espinas… ¡de oro! ¡Qué corrupción tan infame de la religión!

- "Si me ofrecéis holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; no me digno mirar el sacrificio de vuestros novillos cebados… Quiero que el derecho fluya como el agua y la justicia como torrente perenne" (Am 5,22).

- "Escuchad mi voz, y yo seré entonces vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo; seguid cabalmente el camino que os he prescrito para vuestra felicidad" (Jr 7,22).

- "Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego" (Sant 5,2).

Mientras tanto, muchos hermanos nuestros suplican medicinas, pan, escuelas, iglesias, catequesis, tantas y tantas cosas muchísimo más importantes que la riqueza que atesoráis en museos y sacristías. "No atesoréis en la tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socaban y roban. Atesorad, más bien, en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, ni los ladrones socaban ni roban" (Mt 6,19).
"Anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres… después ven y sígueme" (Mt 19,21). ¿No fue eso lo que os dijo al principio, cuando os miró y llamó con tanto amor? ¡Volved al desierto "donde os hablaré al corazón, como en los días de juventud"¡ (Os 2,16).
No es que los tiempos estén en vuestra contra, ni que haya católicos lenguaraces que os abominan. Es que vosotros mismos os habéis desprestigiado, os habéis convertido en sonrojo para los de dentro y en irrisión para los de fuera. Es que vuestro escándalo clama al cielo y el Pueblo no cesa de llorar por vosotros y por vuestra amnesia: "el dios del mundo éste les ha cegado la mente y no distinguen el resplandor de la buena noticia del Mesías glorioso, imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, y nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús" (2Cor 4,4).
¡Desnudaos, sumergíos en el Evangelio, volved al corazón de la Iglesia! "Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, teniendo la naturaleza gloriosa de Dios, no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, en su condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil 2,5).
Empezad por los signos y atributos, no os dejéis engañar. ¡Volved, volved y caminaremos juntos hacia la evangelización de nuestra Iglesia! No cerremos los oídos a la dulce voz: "¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a Mí!" (Cant 2,10). ¡Volved y podréis vivir con gozo vuestra misión de santificar, enseñar y gobernar en medio del Pueblo!
Hace poco Benedicto XVI, citando a san Juan Leonardi, dijo textualmente: "La renovación de la Iglesia debe comenzar en quien manda y extenderse al resto". ¿A qué estáis esperando?
¡No me lo digáis! Lo sé, lo sé... "Todo tú eres pecado desde que naciste, y ¿nos enseñas a nosotros?" (Jn 9,34). ¡Tenéis razón! Por eso necesito vuestra ayuda, vuestro ejemplo, vuestro caminar delante. ¡Ayudadme, por favor, ayudadme! ¡No me dejéis cargado con mis pecados y los vuestros!

Jairo del Agua en www.feadulta.com

viernes, 27 de noviembre de 2009

ANTE EL NOMBRAMIENTO DEL NUEVO OBISPO

A la Comunidad Cristiana de Gipuzkoa

Tras una larga y penosa espera, no exenta de rumores e indebidas filtraciones, hemos recibido la noticia del nombramiento de D. José Ignacio Munilla Aguirre como Obispo de la Diócesis de San Sebastián.

Ante este nombramiento y conocedores del profundo malestar e indignación que por este hecho existe en amplios sectores de nuestra Comunidad Cristiana, queremos compartir una reflexión, que quiere ser serena y objetiva, con nuestros hermanos y hermanas en la fe; sobre todo, con aquellos que puedan sentirse, por su compromiso eclesial, más afectados y entristecidos

Nuestra realidad diocesana: la Iglesia de Gipuzkoa, una comunidad viva al servicio de un pueblo vivo. A la luz del «acontecimiento providencial» (Juan Pablo II, Tertio millennio adveniente, n. 18) que fue el Concilio Vaticano II, nuestra Diócesis ha vivido una rica y laboriosa experiencia de renovación de la vida cristiana, eclesial y pastoral a lo largo de estas décadas.

Nuestros Obispos, verdaderos Pastores, queriendo ser fieles a la realidad social y al Evangelio de Jesús, han marcado una trayectoria, acompañando las alegrías, tristezas y esperanzas de nuestro pueblo.

Un pueblo que, ante el doloroso problema de la violencia, busca la paz y la reconciliación; intenta defender su propia personalidad asumiendo la pluralidad de esta sociedad; quiere salvar su condición bilingüe; se esfuerza por la integración de la inmigración; ante la crisis económica que nos afecta vive una actitud, humilde pero real, de generosidad y solidaridad; un pueblo que se ha visto, además, afectado por la secularización y la increencia, con las consiguientes dificultades de la comunidad diocesana para un anuncio del Evangelio en el mundo de los jóvenes y para suscitar y acompañar procesos vocacionales.

Queriendo responder a esta realidad, nuestra Iglesia, con sus luces y sombras, ha buscado ofrecer su acogida y cercanía a esta sociedad, y ha tratado de asumir sus carencias y afrontar honestamente sus preocupaciones. Ha configurado un modelo de Iglesia que queda plasmado en el documento «Una Iglesia al servicio del Evangelio» que, con sus límites, expresa un estilo evangelizador que recoge la ilusión y el dinamismo de una Comunidad viva, que quiere caminar «dejándose renovar por el Espíritu, siendo acogedora y cercana, estando junto a los que sufren, trabajando por la paz y en comunión fraterna».

Impulsada por el espíritu del mencionado documento, se han ido renovando las estructuras, con una amplia participación de laicos y laicas, religiosos y religiosas, y sacerdotes, para potenciar la evangelización y la corresponsabilidad: Unidades Pastorales con sus equipos ministeriales, presencia de la mujer en responsabilidades eclesiales, creación de grupos de lectura creyente de la Palabra, grupos de oración, iniciativas para impulsar la reconciliación, desarrollo de la pastoral socio-caritativa y compromiso de los laicos en la vida social.

En este momento de la vida de la Diócesis y desde una visión de Iglesia en la línea del Vaticano II era de esperar:

Un modo de actuar más veraz y evangélico en el nombramiento del nuevo Obispo.

En el actual estado de cosas, es el Papa, como garante de la comunión y de la unidad eclesial, el responsable último de los nombramientos episcopales. Pero entendemos que el proceso seguido ha carecido de transparencia y verdad. Sospechamos que este nombramiento estaba previa y estratégicamente diseñado, sin tener en cuenta a nuestra Comunidad Diocesana, adulta y comprometida, a la hora de recabar, acoger y valorar los datos para un mejor discernimiento. Nos sentimos minusvalorados, engañados y tratados como menores de edad. Este modo de actuación ha ocasionado no solo preocupación, sino un profundo dolor e indignación, cuando realizado de una manera más evangélica podía haber sido un momento de «gracia» para nuestra comunidad cristiana.

Otro perfil de Obispo. No podemos sino expresar la desazón porque haya sido nombrada una persona que en el tiempo que vivió y desarrolló su ministerio pastoral entre nosotros, mostró una desafección manifiesta hacia las líneas pastorales diocesanas. Además, es percibido por muchas personas, como alguien que va a cambiar el rumbo de nuestra Diócesis, expresado en el documento «Una Iglesia al servicio del Evangelio» viniendo a resultar un verdadero freno y una desautorización de esta experiencia de renovación eclesial, especialmente para los cristianos más comprometidos.

Aunque nuestra confianza en la Jerarquía de la Iglesia ha sido seriamente herida, queremos seguir confiando y esperamos que el nuevo Obispo procure ser un Pastor al servicio de toda la Comunidad Cristiana de Gipuzkoa; promueva la participación y la corresponsabilidad eclesial; respete y asuma la trayectoria y orientación de nuestra Diócesis; y no se precipite en tomar decisiones que creen mayor división y desafección en una comunión ya deteriorada.

Asimismo, llamamos a los cristianos y cristianas de Gipuzkoa a acoger con responsabilidad al nuevo Obispo, en una actitud de crítica constructiva y fraterna, procurando mantener nuestra vinculación afectiva y efectiva con nuestras comunidades cristianas, sin alejarnos de ellas, impulsando con una fidelidad creativa los rasgos eclesiales plasmados en el documento «Una Iglesia al servicio del Evangelio».

Concluimos con dos citas significativas para la cuestión que afecta a nuestra Diócesis y al nombramiento del Obispo.

La primera, que nos remonta al siglo V, es una manifestación del Papa San León Magno, quien afirmó que «el que debe ser puesto a la cabeza de todos, debe ser elegido por todos».

La segunda se refiere a un texto del Episcopado de Austria, en una carta pastoral a los fieles, con ocasión del nombramiento de un Obispo en la Diócesis de Linz en febrero de 2009: «Los fieles están legítimamente preocupados de que el proceso de búsqueda de candidatos, el examen de las propuestas y las decisiones finales sean llevadas a cabo cuidadosamente y con toda la delicadeza pastoral que sea posible. Esto puede asegurar que los Obispos sean nombrados “no contra, sino para una Iglesia local”».

22 de noviembre de 2009
(Tomado de www.feadulta.com)


Para firmar la reflexión: www.donostiakogotzainberria.org

domingo, 22 de noviembre de 2009

JESÚS, REY ATÍPICO

Rey, apenas hay otra palabra menos apropiada para Jesús.

Un rey que toca leprosos, que prefiere la gente normal a los poderosos del pueblo.

Un rey que lava los pies de los suyos, un rey que no tiene dinero y que no puede defenderse.

Jesús crucificado es un extraño rey: su trono es la cruz, su corona es de espinas. No tiene manto, está desnudo. No tiene ejército. Hasta los suyos le han abandonado. ¡Menudo rey!

Reino. Y ya que hablamos del rey, tenemos que hablar del reino. Jesús habló del reino de Dios, del reinado de Dios.

Un reinado en que los últimos del mundo son los primeros.

Un reinado que prefiere a los publicanos y a las prostitutas, antes que a los doctos letrados y los puros fariseos.

Un reinado sin tronos, sin palacio, sin ejército, sin poder.

Un reinado de viudas pobres, que echan dos céntimos de limosna.

Un reinado de samaritanos, que cuidan a un herido.

Un reinado en que son preferidos los sencillos como niños.

Un reinado de gente pobre, que sabe sufrir, de corazón limpio, comprometida con la justicia. ¡Menudo reino!

Pero, pensará alguno que esto es provisional. Dios reinará, Cristo reinará, vendrá un día en que aparecerá en los cielos vestido de majestad, y todas las naciones, todos los hombres y mujeres del mundo y de la historia caerán de bruces ante su Majestad, y entonces veremos que es rey.

Pues no, Dios no reina así, apabullando enemigos. El reino de Dios no se parece en nada a los de la tierra, que imponen desde fuera y matan para imponerse.

Dios se siembra desde dentro y hace vivir. Reina desde el amor.

“Reinar”. En nuestro mundo reina el terror, reina la miseria, reina la explotación, reina la venganza, reina el negocio sucio, reina la violencia.

Cuando en nuestro mundo reine la confianza mutua, cuando todos vivan decentemente, cuando no haya analfabetos, cuando los negocios sean honrados, cuando nos contentemos con menos… entonces podremos empezar a hablar de que Dios reina. Desde dentro, desde la humanización de los corazones.

¿Reinará Dios alguna vez? Tenemos la tentación de pensar que no. La violencia y la rapacidad y el consumo desenfrenado parecen más fuertes que la bondad, la generosidad y la austeridad. Eso es una tentación.

Pero Jesús creía en la fuerza de la semilla, en el poder de la levadura, en la fuerza imparable del Espíritu, del Viento de Dios.

Y entretanto, tú y yo nos enfrentamos a una invitación urgente: ¿quieres comprometerte con Jesús a construir el reino?

Jesús, rey atípico. Es tan especial que nosotros también corremos el peligro de no entender nada. Y ¿cómo es este rey tan original?

Jesús reina entregando su vida. Los reyes de este mundo viven a cuenta de sus súbditos. Jesús no se les parece en nada a estos reyes.

Jesús reina perdonando, amando, desde una situación de humillación e impotencia. Se nos dice dónde y cómo gana Jesús este título de rey: en la entrega de su vida hasta la muerte.

Su señorío es de amor incondicional, de compromiso con los pobres, de libertad y justicia, de solidaridad y de misericordia. Desde ahí, Jesús unifica lo visible y lo invisible y abraza todo el cosmos.

Pedro Olalde (www.feadulta.com)

jueves, 19 de noviembre de 2009

EL EVANGELIO ENTERO POR FAVOR

Sr. Portavoz de los Obispos,

Hago lo posible por objetivar las advertencias morales del Padre Camino, Obispo-portavoz de la CEE, y eso se traduce en tratar de entenderlas en su significado preciso. Es decir, si con el Catecismo de la Iglesia Católica en una mano, y el Código de Derecho Canónico en la otra, ha dicho algo inconveniente.



Sustancialmente tengo que reconocer que se atiene a esas “fuentes” de la “doctrina” católica. Ya sé que usted y usted dará por bueno este proceder intelectual y magisterial, y que usted y usted, pensará como yo, que es de una pobreza extrema esta manera de ejercer el ministerio de enseñanza episcopal.



Pero, nobleza obliga, es legítimo y puede en conciencia sentirse obligado a preferirlo en casos extremos. El problema es que si se prefiere siempre y sistemáticamente, sin distinguir casos y casos, a lo mejor los demás tenemos dudas de que esa enseñanza moral haga el debido esfuerzo de discernimiento que como adultos nos corresponde. Vamos, que nos trata como a menores de edad en la fe y en la doctrina.



No creo que sea el momento del nominalismo, es decir, de la lucha por las palabras, sobre si Camino ha utilizado bien los conceptos “pecador público”, “herejía” y “excomunión”, al referirse a los políticos católicos y su posible apoyo a “la ley Zapatero” sobre el aborto. Me importa mucho más el hecho en sí y el significado que tiene para la presencia evangelizadora de la Iglesia española en su sociedad.



Y cuál es este significado, a mi juicio. Negativo, fundamentalmente negativo. La Iglesia puede decir esto sobre los políticos y el aborto, desde luego que sí. Pero mejor que lo diga la Iglesia Católica, y que los católicos veamos ese discernimiento común y bien respaldado de los Obispos.



La colegialidad episcopal es evangelizadora más que cualquier palabra en cuestiones vitales. No uno de ellos y con el respaldo que se le supone. Hay que escenificar bien la eclesialidad del discernimiento. Este solitarismo de la “portavocía” episcopal no es de recibo en una sociedad de católicos mayores de edad. Tanta verdad doctrinal, moral y, “política”, para uno solo, resulta chocante e indigesta.



Pero hay otra razón que voy a considerar, además del discernimiento sin sujeto colegial claro. Una voz profética desde la Iglesia tiene que crecer en legitimidad porque se implica a fondo con el ser humano en sus causas más injustas. En todas, dentro de lo humanamente posible.



No sólo cuando está en juego la vida del no nacido y del anciano desvalido, sino también cuando la riqueza de unos acapara medios sin cuento, mientras otros, miles y miles de personas, van a morir de hambre sin remedio o a vivir con total indignidad.



No se puede uno fotografiar hoy con los 35 representantes de las empresas del IBEX, para que nos financien la JMJ del 2011, movernos en los círculos culturales más conservadores y elitistas de la sociedad española en cuanto a la estructura social y educativa, sostener unos medios de comunicación claramente neoliberales, ocultarse a la sombra de Cáritas en cuanto a qué decir y hacer ante la crisis económica, mostrarse doctrinalmente posibilistas en cuanto a la resolución de los dramas de la humanidad en comida, agua, salud y educación, y pretender que la sociedad nos crea sin reservas el día que nos ponemos serios y directos ante el aborto.



No se puede ser selectivos al postular las exigencias morales de la dignidad humana en la vida social y al hacer memoria moral de las Bienaventuranzas.



No me considero elegido para tomar la palabra en nombre de nadie en la Iglesia, pero tienen que resonar voces de cristianos que denuncien cuán selectivos somos al tratar las injusticias. Éste es un momento que obliga a rectificar. El Evangelio entero, por favor.


José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

Profesor de Moral Social Cristiana Vitoria-Gasteiz
En www.feadulta.com

domingo, 15 de noviembre de 2009

Carta al viento: NO CREO EN ESA IGLESIA

sábado 14 de noviembre de 2009

Hace unos días participé en un debate sobre la Iglesia en una emisora de radio. No imaginan ustedes la cantidad de reproches que tuve que escuchar contra la Iglesia. Críticas muy duras a una Iglesia que, los contertulios, consideran rica, intransigente y autoritaria. Pero en un momento quedaron sorprendidos cuando afirmé que tampoco yo aceptaba ni creía en esa Iglesia. Claro que no acepto una Iglesia alejada de los problemas del mundo, indiferente a la situación de los pobres. Claro que rechazo una iglesia llena de riquezas y de lujos. No, no quiero ni creo en esa Iglesia. Pero esa no es mi Iglesia. Esa es una simple caricatura que no se corresponde con la realidad.
La verdadera Iglesia, la que yo conozco, la podemos encontrar y vivir en nuestra Diócesis, en nuestras islas. Con muchos defectos, sí. Pero con muchísimos más valores. Veo entre nosotros una iglesia que reconoce su debilidad y sus miserias. Una Iglesia formada no por curas y monjas sino por una inmensa cantidad de hombres y mujeres que intentan darle vida al evangelio de Jesús. Veo la Iglesia en ese montón de personas que, a través de Caritas, Proyecto Hombre o Villa Teresita, intentan dar respuesta a las situaciones de pobreza, droga o prostitución. Creo en esta Iglesia. Y creo en la Iglesia que está presente, con discreción, en las cárceles y en los hospitales con un mensaje de esperanza. Creo en la Iglesia que tiene presencia en la Ciudad San Juan de Dios, en la obra Social del Hermano Jesús, y en los comedores sociales. Creo en la Iglesia que, porque se considera débil, pone su confianza en Dios y se hace oración en casi todos los pueblos y barrios de nuestras islas con la eucaristía, el rezo del rosario, o la constante plegaria de miles de personas en sus hogares, o en los monasterios de vida contemplativa de Telde, Teror, Los Hoyos o Santa Brígida.
Me entusiasma esat iglesia que dialoga en la base de cada parroquia, aunque haya excepciones, con los niños, con los jóvenes y con los mayores. Creo en la Iglesia que escucha, anima y aconseja gratuitamente a través del confesionario, del acompañamiento espiritual o el diálogo cercano y familiar. Y admiro a esta Iglesia que no aporta el 0,7 para los pueblos empobrecidos sino más del 2 y el 3 por ciento de su presupuesto. Creo en esta Iglesia de nuestra Diócesis que, aunque con pocos medios, comparte también con otros hermanos que están peor que nosotros. Comparte su dinero y hasta un selecto de número de seglares, sacerdotes y religiosas que, en nombre de la diócesis, están trabajando humanitariamente en Mozambique, Malawi, Nicaragua, Colombia y otros países.
Esta es la Iglesia que quiero y conozco. La otra Iglesia, la que constantemente y con tanto desconocimiento se critica en la televisión o en las tertulias, ni la quiero ni, gracias a Dios, la veo tan representada en la realidad. Y mi rechazo más contundente para ella. Para la Iglesia de nuestra Diócesis, a pesar de sus limitaciones, todo mi afecto y mi apoyo.
Publicado por

Jesús Vega Mesa en: http://parroquiasdearinaga.blogspot.com/2009/11/carta-al-viento-no-creo-en-esa-iglesia.html

lunes, 12 de octubre de 2009

HA MUERTO ENRIQUE MIRET MAGDALENA


"ENRIQUE MIRET MAGDALENA HA MUERTO". A los 95 años de edad, infatigable buscador de la verdad. después de un tiempo en que la enfermedad, sumada a los años, fue ganando la batalla de la vida de este hombre de Dios. Catedrático de ética, y teólogo, ha fallecido, el 12 de octubre 2009, en Madrid. Además de presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII (cargo para el que se le nombró en 1996), Miret Magdalena fue Consejero y Presidente Honorario de la Asociación "Mensajeros de la Paz", ONG que ha recibido el Premio Príncipe de Asturias. Para algunos, azote de los obispos. Para otros, un hombre de Dios. Para todos, un referente imprescindible. SIEMPRE TE RECORDAREMOS

¿Rezar por las vocaciones?

Hola, amigas, amigos:



Yo no rezo por las vocaciones. No al menos en el sentido habitual del término "rezar" y del término "vocaciones".

¿Qué se entiende en general por "rezar"? Se entiende pedir a Dios, como si Dios necesitara ser informado de nuestra necesidad; pedir a Dios, como si su dar dependiera de nuestro pedir insistente; pedir a Dios, como si Dios fuera un pequeño señor que gusta de hacerse rogar para así crecer.

Así solemos pedir entre los humanos: un niño pide chuches a su madre, un súbdito pide permiso al patrón, un mendigo pide limosna al que pasa. Pero a Dios no le podemos pedir así.

De modo que yo no "rezo" por las vocaciones. Y no sólo porque pienso que, por muy humano que sea pedir, no necesitamos pedir nada a Dios -El se da enteramente, El es puro don, y orar es recibirlo y ofrecerlo a los demás-, sino también porque considero que la Iglesia no necesita "vocaciones" en el sentido habitual del término.

Es que, al decir "vocaciones", la inmensa mayoría de los cristianos católicos piensa en sacerdotes, monjas, religiosos..., gente que posee un estatus especial y un rango superior en la Iglesia. Si no, mírese de qué se habla en www.vocacion.org.

O léase la definición de "vocación" en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, fiel reflejo de la enseñanza tradicional y de la praxis mayoritaria de la Iglesia: "Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión".

No es, pues, casual que se ponga la jornada de oración por las vocaciones en el "domingo del buen pastor". Se sigue pensando en una Iglesia de ovejas y pastores. La Iglesia necesita ovejas, y las ovejas necesitan pastores.


Benedicto XVI se encargó de dejarlo muy claro en su homilía:


"Todos los bautizados están llamados a contribuir en la obra de la salvación. Ahora bien, en la Iglesia hay algunas vocaciones especialmente dedicadas al servicio de la comunión. El primer responsable de la comunión católica es el Papa, sucesor de Pedro y obispo de Roma; con él son también custodios y maestros de unidad los obispos, sucesores de los apóstoles, ayudados por los presbíteros. Pero también están al servicio de la comunión las personas consagradas y todos los fieles".

"Todos los fieles" también, por supuesto, pero al final y en montón. Los que no tienen vocación especial que reseñar son simplemente "fieles", o "laicos", y son los de abajo, son los últimos, no son nadie. O son ovejas. Y conviene que sean muchas, para que así clérigos y religiosos sigan teniendo una tarea "sagrada", un "estado" especial, un rango superior. Para que los sacerdotes sean pastores del rebaño y los religiosos, "consagrados a Dios" por sus votos, sean sus modelos.

Pues bien, yo no quiero una iglesia de ovejas y pastores. Jesús no la quiso. Yo no quiero vocaciones para seguir manteniendo una Iglesia de clérigos pastores y de laicos pastoreados, ni una iglesia de "religiosos" dedicados a Dios y "seglares" dedicados al mundo.

De modo que, si hubiera que pedir, pediría que no hubiese tales vocaciones que dividen la Iglesia en tres, que separan a Dios del mundo y segregan a los clérigos de la masa de los "laicos" y a los religiosos del montón de los "seculares".

Pienso que a Jesús no le gustaría hoy pedir a Dios vocaciones de pastor. ¿Pero acaso no habló Jesús de ovejas y pastores? Seguramente lo hizo. Jesús era albañil, pero Nazaret era una pobre aldea campesina, situada en una ladera a veces verde y a veces reseca, y la estampa del pastor que cuida unas pocas ovejas le era tan familiar como la del sembrador que siembra a voleo, y todo le sugería parábolas de la vida, parábolas de Dios.

Y Jesús sabía que la oveja es un animal gregario y que a donde va la primera siguen las demás y que, en cualquier caso, no tienen más remedio que someterse a la vara o al perro del pastor. Y sabía también que todo pastor, por bueno que sea, vive de sus ovejas y tarde o temprano las sacrifica.

Sí, pero por eso mismo tantas veces corrigió la imagen, diciendo que sólo es buen pastor el que da la vida, no el que la quita, y diciendo también: "No llaméis a nadie padre (¡cuánto menos "papa"!), no llaméis a nadie señor (ni "monseñor"), no llaméis a nadie maestro. Todos vosotros sois hermanos" (Mt 23). No sois ovejas, no necesitáis pastores. Sólo Dios es pastor, pero muy diferente de los pastores.

Pienso, pues, que la iglesia católica romana debiera superar de una vez el concepto clerical o gregario-pastoril de iglesia y de vocación, y haría bien en suprimir la Jornada de oración por las vocaciones o, cuando menos, trasladarla al domingo de las Bienaventuranzas o al de la mujer samaritana, para celebrar la secreta llamada que atrae e impulsa a todos las personas y a todos los seres: la mujer interina que no tiene otra cosa, la que vende periódicos cada mañana para sacar adelante a sus pequeños, el maestro que enseña y ayuda a crecer, la flautista que hace hablar al Indecible, el bombero, la médico, la catequista, el párroco, el monje del monasterio, la monja misionera, el mirlo que canta, el haya que verdea al sol bajo el cielo azul...

Pienso que las Congregaciones Religiosas debieran dejar de gastar tantas energías -de gastarlas inútilmente o de gastarlas mal-, y debieran dedicar sus "agentes liberados" y sus mejores equipos no a buscar y atraer "vocaciones" para sobrevivir -¿no resulta patético?-, sino a algo más estimulante: a dar aliento y consuelo a las gentes allí donde están y como son, a enseñarles no solamente a ser lo que elijan sino también a elegir lo que son, a ayudarles a vivir lo que viven y hacen como vocación santa de Dios, a animarles -como dice Jesús- a "entrar y salir por la puerta", a entrar para sentirse seguros y salir para ser libres.

¿Y qué hago entonces yo, "religioso franciscano" y además "sacerdote"? Me lo he preguntado muchas veces. Cuando "profesé los votos" y "fui ordenado", a mis 26 años, yo tenía todavía los esquemas eclesiales del pasado (a pesar de que ya corría el año 1978 y habían pasado tantas cosas). Diez años más tarde, mis esquemas habían sufrido (más bien gozado, aunque no sin sufrir) una profunda transformación.

¿Por qué sigo, pues, siendo "religioso franciscano" y "sacerdote"? No tengo ninguna razón contundente, y tengo algunas razones ambiguas para seguir siendo lo que soy, estando donde estoy, haciendo lo que hago. Cuando celebro la eucaristía con casulla desde lo alto del altar mayor, cuando comparto la vida con 34 frailes -de virtudes y defectos muy normales casi todos, de extraordinaria calidad humana unos pocos: más o menos como en todas partes-, cuando miro el convento-santuario en que vivo con 34 varones, me siento una extraña reliquia de tiempos remotos.

Pero aquí me ha conducido mi historia, y no tengo otra, ni sé cuál hubiera podido ser. Y amo mi presente con sus luces y sus dudas, y no reniego de nada del pasado, pues forma parte del presente que soy y quiero amar. Ciertamente, no me reconozco en la definición que la teología y el Derecho Canónico siguen ofreciendo del "sacerdocio" y de la "vida religiosa" y de sus "votos", pero ahora mismo no me parece lo más importante. Soy en gran parte una forma caduca, pero en ella puedo vivir -en parte, no del todo- lo que realmente me gusta y me llena por dentro. Yo en esta forma, cada uno en la suya.

De modo que tampoco tengo razones importantes para colgar los hábitos y cambiar de rumbo, porque quiero seguir viviendo -vivir más- aquello que vivo y me hace vivir, y creo que puedo vivirlo estando donde estoy y siendo lo que soy: hermano de mis buenos hermanos de fraternidad, amigo de mis

buenas amigas y amigos, mediocre profesor de teología, y hasta "sacerdote" y "franciscano" con tres votos y muchas contradicciones. Quiero asumir en paz todas mis contradicciones y seguir caminando libre, y estar abierto. Allí donde esté, quiero poder decir: "Dios es mi pastor, nada me falta. Me conduce hacia fuentes tranquilas, y repara mis fuerzas".

Y donde digo "Dios", ponga cada uno el nombre que quiera, o no ponga ninguno. Más allá de todos los nombres, Dios lo llena todo, y todo lo ensancha. Dios es intimidad y anchura. Quiero respirar a Dios e infundir algo de su aliento. Quiero inspirar y espirar el Espíritu de Dios que, como escribía san Justino en el siglo II, "es la alegría de Dios y el adorno de las criaturas".

Quiero decir, como Francisco de Asís: "Mi claustro es el mundo". Quiero seguir a Jesús aunque sea a enorme distancia. Quiero pronunciar con mis palabras y ojalá también con mi vida algo de sus Bienaventuranzas. Quiero vivir en la Gran Comunión y aportar un granito de trigo y un granito de uva para la inmensa comunión divina de todos los seres. Y me alegra pensar e incluso sentir de alguna forma que ésa es la vocación de todos los seres humanos con religión o sin ella, en una iglesia u otra. Y la vocación de los animales de la tierra y de las aves del cielo y de los peces del mar, en todos los planetas, en todas las galaxias.

Todos los seres son hermosas palabras que Dios pronuncia. "Dios dijo y existieron". Y a todas las atrae con su secreta vocación y las va transformando de forma en forma. Que sigan existiendo, siendo lo que son, viviendo lo que viven, dejándose llamar y pronunciar por Dios. Son sacramento de Dios cada una en su forma.

Amigo, amiga: vive lo que eres y lo que haces como vocación divina. Vive en la paz de Dios.


José Arregi en:http://www.feadulta.com/iglesia-arregi_1_vocaciones.htm

lunes, 5 de octubre de 2009

Nota de prensa I Encuentro de Oración de los Grupos Cristianos LGTB del Sur‏

I ENCUENTRO DE ORACIÓN DE LOS GRUPOS CRISTIANOS LGTB DEL SUR
DEL ÁREA DE ASUNTOS RELIGIOSOS DE LA FELGTB (FEDERACIÓN
ESTATAL DE LESBIANAS, GAYS, TRANSEXUALES Y BISEXUALES)
Del día 4 al 6 de septiembre de 2009, se celebró en la provincia de Granada el I
Encuentro de Oración de los Grupos Cristianos LGTB de la Zona Sur del Área de
Asuntos Religiosos de la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gays,
Transexuales y Bisexuales) en la que participaron miembros de los grupos Ichthys
(Sevilla), Mar (Málaga), Ojalá (Málaga), Esperanza (Jerez) y Diálogo (Las Palmas de
Gran Canaria).
Este primer encuentro surge de la necesidad que los creyentes LGTB tenemos que crear
espacios donde se pueda vivir la dimensión espiritual desde la perspectiva de nuestra
orientación sexual.
Este primer encuentro se dedicó enteramente a la profundización y reflexión de la
oración del Padre Nuestro, como pilar básico y estilo de vida de toda persona cristiana.
Además este espacio fue un lugar excepcionar para sociabilizarnos como cristianos
LGTB y admirarnos de la gran diversidad y capacidad de inclusión que componen
nuestros grupos.
Firmado:
Grupos Cristianos LGTB del Sur

sábado, 3 de octubre de 2009

¡¡CAMBIOS DE CURAS!!

Amigo Lucas, antes que nada te doy las gracias por la paciencia que estás teniendo con estas cartas al no llegarte por ahora los domingos por alguna dificultad en el periódico. El refrán “Vísteme despacio que tengo prisa” es una buena receta por ahora.
Hoy comento contigo algo sobre los cambios de sacerdotes en algunas parroquias. Creo que lo de cambiar al cura de sitio tiene sus cosas buenas y de vez en cuando se oyen frases: “qué pena que me lo han cambiado, con lo bueno que era con nosotros”… Y también alguna rara vez esta otra: “Gracias a Dios que se lo han llevado a otra parte”.
Te confieso que a mí me hubiera gustado tomar la parroquia en vivo, públicamente de manos del mismo párroco saliente, y que fuera él mismo quien me diera la bienvenida delante de los feligreses. Esto, en nuestro estilo canario, es hasta más elegante. Sigo viendo más normal que el pastor que termina una misión en un sitio sea quien se despide y quien da la bienvenida al nuevo que llega poniéndole delante el cómo ha caminado el rebaño que ahora deja…
Creo que lo de los cambios de parroquia siempre tienen un lado bueno, como el cambiar también a un obispo después de una etapa.

En si los cambios siempre traen cosas buenas como acontece también con los políticos, con los profesores y no menos con los pastores.
Te cuento que alguna vez he oído en algún presbiterio cuando han cambiado al obispo esta o parecida frase:“Qué pena que se lo llevan”. Y también he oído esta otra: ”gracias a Dios que fue trasladado a otra parte”.
Amigo Lucas, sigo creyendo que los cambios tienen sus cosas buenas cuando son bien hechos y consultados con la gente ya que nadie es perfecto, ni nadie en un sitio es eterno. De ahí que estos días cuando oigo el comentario de la gente sobre el cambio del cura… “qué pena que me cambiaron al párroco…” digo:”bendito sea Dios por todo lo que hizo de bueno”.

Recuerdo que hace 3 años, cuando recibí por el otro lado del mar un destino a un sitio bien lejano donde el alquitrán no se conocía, fue curioso lo que me dijo el obispo Pedro Casaldáliga: Ánimo, que tengas buen viaje y que tengas un cuidado especial de los pobres. Dale saludos a las 20 comunidades que te encargo, pero ten un corazón especial para los “sin tierra” que son los más abandonados”
Recuerdo que Pedro y Leonardo me dieron la bendición episcopal y no me dijeron lo de cuidar los libros, el templo, el sagrario, ya que yo sé eso por el ministerio que llevo. Ellos sólo me insistieron varias veces: “Paco, amigo y hermano, cuida en especial de los que no tienen ni voz ni voto”.

Recuerdo que tres horas más tarde llegué al pueblo lleno de polvo y en aquella tarde se me acercaron algunos niños con sus madres trayendo algún dulce y algún refresco y me felicitaron diciendo: “Gracias por venir a vivir con nosotros ya que hacía 25 años que no teníamos sacerdote, y solo de vez en cuando pasaba el padre Samuel que vive a 150 km”
Hoy, desde esta carta felicito a todos los compañeros que asumen nuevas parroquias y entre ellos al amigo Óscar a quien reemplazo en S. Pedro del Egido de Telde dándole las gracias por sus años al servicio de nuestro pueblo y que tenga una vuelta feliz a su tierra de Colombia.
Paco Martel,
sacerdote de Canarias

jueves, 24 de septiembre de 2009

PAN DE AGUIMES

Dicen en mi pueblo que el pan de Agüimes se hace en Ingenio. Da lo mismo. El pan de Agüimes es bueno. Y el de Ingenio también. Mi amigo Policarpo, que es del pueblo lanzaroteño de Ye, vendía pan por las calles y pregonaba: ¡Pan de Ye, pan de Ye! hasta que alguien le hizo ver que vendería más si solamente pregonara el pan, sin decir de dónde, porque algunos consideraban que, mejor que el pan "de Ye" estaría el del mismo día? Y es que lo que uno quiere de verdad cuando compra un bizcocho es que sea bueno, al margen de que sea de Moya o de Tamaraceite. Y eso nunca lleva a confusión. Por eso resulta cansado y sin sentido escuchar todos los días a los políticos contar lo bueno que es su pan, su discurso, su proyecto. Y lo malo que es el del otro grupo. Cuando nunca un gobernante, por sistema, da la razón al grupo de oposición ni los de oposición a los que gobiernan, es que no son de fiar. Nadie hay tan malo que no se le pueda reconocer algo bueno.


Los celos, la envidia, son hierbas que crecen en todos los campos. Hasta en los que predican en contra de ella, aunque a veces haya alguna excepción. Resulta gratificante, por ejemplo, escuchar a un entrenador de fútbol que elogia el buen juego del equipo contrario. O los aplausos de todo el público del estadio valorando el gol del equipo visitante. Ojalá alguna vez lo veamos también en el Congreso de los Diputados o en el pleno municipal. O en la parroquia. Saber reconocer lo bueno de la iglesia vecina o de la persona a la que se sustituyó son signos que engrandecen a quien lo hace. Intentar silenciar, olvidar, callar lo bueno del otro es sencillamente mezquindad.


Cuando sólo se es capaz de reconocer lo bueno de uno mismo o de su equipo, su pueblo o su parroquia, se empieza a rozar o se está ya de lleno en el fanatismo. Me alegra, por ejemplo, escuchar en Gran Canaria comentarios que resaltan los valores de Tenerife. Por supuesto que también me gustaría escucharlos desde la otra isla hacia esta. Son la señal de un verdadero afecto. Los celos en ningún caso son señales de amor. Decía Balzac que ser celoso es el colmo del egoísmo porque es el amor propio, egoísta, elevado a la máxima potencia.


En una ocasión, los discípulos de Jesús se pusieron celosos porque habían visto a una persona ajena a ellos que también curaba y hacía el bien. Los discípulos, ingenuos, querían la exclusiva todo lo bueno. Y, guiados por la envidia, que es prima hermana de los celos, intentaron impedir que siguiera haciendo cosas buenas. Jesús pone cabeza en el tema e interviene diciéndoles poco más o menos:


-No sean tontos. Uno que hace cosas buenas en mi nombre no hace ningún daño. El que no está contra nosotros está a nuestro favor.


?Y desde entonces el pan de Agüimes, no importa dónde se haga, está que se come solo. Y el de Ingenio también.
Publicado por Jesús Vega Mesa en:
www.parroquiasdearinaga.blogspot.com

viernes, 18 de septiembre de 2009

DOS ACTITUDES MUY DE JESÚS

El grupo de Jesús atraviesa Galilea camino de Jerusalén. Lo hacen de manera reservada, sin que nadie se entere. Jesús quiere dedicarse enteramente a instruir a sus discípulos. Es muy importante lo que quiere grabar en sus corazones: su camino no es un camino de gloria, éxito y poder. Es lo contrario: conduce a la crucifixión y al rechazo, aunque terminará en resurrección.

A los discípulos no les entra en la cabeza lo que les dice Jesús. Les da miedo hasta preguntarle. No quieren pensar en la crucifixión. No entra en sus planes ni expectativas. Mientras Jesús les habla de entrega y de cruz, ellos hablan de sus ambiciones: ¿quién será el más importante en el grupo? ¿quién ocupará el puesto más elevado? ¿quién recibirá más honores?

Jesús «se sienta». Quiere enseñarles algo que nunca han de olvidar. Llama a los Doce, los que están más estrechamente asociados a su misión y les invita a que se acerquen, pues los ve muy distanciados de él. Para seguir sus pasos y parecerse a él han de aprender dos actitudes fundamentales.

Primera actitud: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos». El discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades. En su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás. Al contrario, ha de ocupar el último lugar, ponerse al nivel de quienes no tienen poder ni ostentan rango alguno. Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor de todos»

La segunda actitud es tan importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico entrañable. Pone a un niño en medio de los Doce, en el centro del grupo, para que aquellos hombres ambiciosos se olviden de honores y grandezas, y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados de defensa y cuidado.

Luego, lo abraza y les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí». Quien acoge a un "pequeño" está acogiendo al más "grande", a Jesús. Y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado.



Una Iglesia que acoge a los pequeños e indefensos está enseñando a acoger a Dios. Una Iglesia que mira hacia los grandes y se asocia con los poderosos de la tierra está pervirtiendo la Buena Noticia de Dios anunciada por Jesús.


José Antonio Pagola en

lunes, 7 de septiembre de 2009

8 septiembre FIESTAS DE NTRA SEÑORA DEL PINO. Patrona de la diocesis de Canarias


El domingo 6 de septiembre,La Basílica de Teror, se hizo pequeña para acoger a los devotos, muchos de los cuales, habían acudido desde muchos rincones de la isla para conseguir un asiento en el templo mariano.
La Virgen estará en el trono cerca del altar, hasta el domingo 20 de septiembre, día en que volverá a subir al camerino, fecha en que terminarán las fiestas de Teror 2009.

jueves, 27 de agosto de 2009

MOUSSA AG ASSARID

TU TIENES EL RELOJ,

YO TENGO EL TIEMPO




- No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...! Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.


- ¡Qué turbante tan hermoso...!


- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

- Es de un azul bellísimo...


- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...


- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?


- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.


- ¿Por qué?


- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.


- ¿Quiénes son los tuareg?


- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

- ¿Cuántos son?


- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.


- ¿A qué se dedican?


- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...


- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?


- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.


- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo.. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!


- ¿Sí? No parece muy estimulante...


- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.


- Saber eso es valioso, sin duda...


- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!


- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?


- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!


- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?


- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...


- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...


- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?


- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...


- ¿Tanto como eso?


- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.


- ¿Qué pasó con su familia?


- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...


- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?


- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila.. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...


- Y lo logró.


- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.


- ¡Un tuareg en la universidad. ..!


- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.


- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?


- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!



- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.



- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...



- Fascinante, desde luego...


- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...



- Qué paz...



- Aquí tienen reloj, allí tenemos tiempo.


Víctor M. Amela

Copiado de: www.feadulta.com/TESTIMONIOS-tuareg.htm

sábado, 15 de agosto de 2009

HABLAR EN CRISTIANO

lunes 10 de agosto de 2009
Cartas al viento: HABLAR EN CRISTIANO
Aprovechando unos días de vacaciones me fui a cenar con unos amigos al sur de nuestra Isla. El camarero, muy educado, se acercó y nos dijo:
-¿Qué deseáis tomar vosotros?
Mi amigo Tomás, que no suele cortarse un pelo, respondió inmediatamente:
-Pero chacho, ¿tú no eres el hijo de Pinito? ¿A qué viene ahora eso de vosotros? ¡Habla en cristiano, hombre!
No sé si el buen camarero aprendió la lección. Pero el problema no es del hijo de Pinito solamente, qué va. Son muchos los que, para hacerse más finos o porque creen que es incorrecto utilizar el ustedes en vez del vosotros, o por un incomprensible complejo de inferioridad hacen el ridículo forzando un modo de hablar que no es natural. Cuando uno va a Galicia le gusta escuchar a los gallegos con su peculiar forma de expresarse. Y lo mismo en Castilla o Andalucía. También me gusta oír a los canarios hablar “en canario”. Como debe ser.
Todavía hay personas que, cuando leen en voz alta, se sienten obligadas a pronunciar las zetas y las ces. Como si fuera un error leer o escribir igual a como hablamos. Y eso que somos mayoría los hispanohablantes que no utilizamos la segunda persona del plural En mis tiempos en Radio Tamaraceite, a muchos jóvenes que empezaban a hacer algún programa en la emisora había que recordarles constantemente que, solamente los no nacidos en Canarias, estaban autorizados a decir vosotros y a pronunciar la c. Era una norma del “libro de estilo” de la radio para que valoráramos y utilizáramos con orgullo el español de Canarias, sin menospreciar el de otras regiones. Afortunadamente la prensa escrita de Gran Canaria cuida bastante nuestro modo de expresarnos. No ocurre lo mismo, por desgracia, en algunas de nuestras emisoras locales de radio y televisión. Parece que quitamos importancia a nuestra Cultura y no sabemos reconocer lo bueno o lo propio de nuestra tierra.
Hace algunos años, en nuestra Iglesia hubo un movimiento fuerte para adaptar la liturgia católica al habla canaria. Así empezó a ser normal escuchar en una misa “El Señor esté con ustedes” o “Pueden ir en paz”, en vez de la traducción oficial que se hizo para España de los libros litúrgicos. Pero ahorhttp://parroquiasdearinaga.blogspot.com/2009/08/cartas-al-viento-hablar-en-cristiano.htmla estamos en un momento de desidia en el que se está volviendo a escuchar otra vez en algunas iglesias: “Daos fraternalmente la paz” o “tomad y comed”. Me recuerda lo que dice Jesús en el evangelio. Que sólo desprecian a un profeta en su tierra, entre sus parientes y en su casa. Cuando voy a una misa y escucho a un sacerdote canario que, despreciando su propia forma de hablar y la de la mayoría de los oyentes, me dice: Podéis ir en paz me dan ganas de responder como mi amigo Tomás:
-¡Habla en cristiano, hombre! ¡Que estamos en la iglesia!

Publicado por Jesús Vega Mesa en: http://parroquiasdearinaga.blogspot.com/2009/08/cartas-al-viento-hablar-en-cristiano.html


FELICITAMOS AL AMIGO SUSO VEGA,POR EL BLOG DE SUS PARROQUIAS, ORIGINALIDAD Y APORTACIÓN A CONSTRUIR ESTA IGLESIA CANARIA QUE TODOS PRETENDEMOS.

CAMBIOS EN LA DIOCESIS DE CANARIAS

Esta es la relación de los nombramientos hechos por el obispo.

1.- D. Carmelo Alemán Artíles Párroco de Ntra. Sra. de los Dolores, en Las Palmas de G.C
2.- D. Juan Carlos Arencibia Suárez Vicerrector del Seminario Diocesano y administrador parroquial de San José Artesano en Las Palmas de G.C.
3.- D. José Ayllón Hidalgo SOD
Párroco de Ntra. Sra. de Fátima en Las Palmas de G.C.
4.- D. José María Cabrera Pérez
Párroco de San Juan Bautista de Telde y parroquias anejas.
5.- D. José Manuel Cruzado Tapia
Párroco de San Juan Crisóstomo en Las Palmas de G.C.
6.- D. Antonio Fernández Parrilla Párroco del Sagrado Corazón de Higuera Canaria, y administrador parroquial de Ntra. Sra. del Pilar de Caserones, con sus lugares de culto Santa Agueda y Santa Bárbara.
7.- D. Juan Antonio Gallego López
Párroco de Ntra. Sra. del Carmen en Valterra -Arrecife de Lanzarote-, y administrador parroquial de San Antonio María Claret en Altavista- Arrecife. Capellán del Centro penitenciario de Tahiche
8.- D. Aday González Cruz Párroco de Ntra. Sra. de Fátima en la Montaña de Gáldar. Administrador parroquial de parroquias anejas en Rojas Becerril, Cañada Honda, Urbanización Pineda. AP de San Francisco de Asís, Tres Palmas.
9.- D. Santiago González Hernández . Marcha a La Orotava por razones familiares
10.- D. José Ramón González Santana Párroco de Ntra. Sra. del Rosario de Fátima en El Batán, Las Palmas de G.C. y capellán del Hospital Materno Infantil
11.- D. Carlos Jarque Mateo Párroco de San Antonio de Padua (El Polvorín) en Las Palmas de G.C.
12.- D. Francisco Martel Suárez Párroco de Ntra. Sra. del Carmen y San Pedro en El Ejido. Administrador parroquial de las parroquias anejas en el Valle de los Nueve-Telde.
13.- D. Juan Carlos Medina Medina Párroco del Espíritu Santo en Las Palmas de G.C.
14.- D. Nicolás Monche López Párroco de Santa María del Mar en Las Palmas de G.C.
15.- D. Venerando Novelles Guedes Párroco de San Vicente Ferrer en Valleseco. Administrador parroquial de las parroquias anejas en el Zumacal y Monagas, y Valsendero
16.- D. Vito Ondó Motogo Párroco de San Diego de Alcalá de Gran Tarajal en Fuerteventura y parroquias anejas en Tuineje, Tesejerague, Ginijinamar. El Cardón, Las Playitas, Tarajalejo y Tiscamanita.
17.- D. Olegario Peña Vega adscrito a la parroquia de Ntra. Sra. del Pino de Las Palmas de G.C.
18.- D. José Francisco Quintana Naranjo Párroco de San José y San Juan Evangelista en el Monte Lentiscal; administrador parroquial de las parroquias anejas en Bandama y Carretera de Bandama.
19.- D. Alfredo Ramos González Párroco de San Esteban en Las Palmas de G.C.
20.- D. José Miguel Rodríguez Armas Párroco de san Isidro Labrador en Montaña Cardones, Arucas, y parroquias anejas en Llano Blanco, El Hornillo, Lomo Espino y Tinoca.
21.- D. Roberto Rodríguez Espinosa
Párroco del Santísimo Cristo de Las Palmas de G.C.
22.- D. José Luís Rodríguez Guerra, de la Diócesis de Tenerife
Párroco de San Pedro de Bañaderos.Capellán del Hospital Materno Infantil.
23.- D. Ángel Rodríguez Hernández Párroco de la Ascensión del Señor (Las Torres) y administrador parroquial de Jesús de Nazaret y Asunción de María (Siete Palmas) en Las Palmas de G.C.
24.- D. Eugenio Rodríguez Martín Administrador parroquial de san Marcos en Las Palmas de G.C.
25.- D. José Antonio Rodríguez Roca Vicario parroquial de San Antonio de Tamaraceite, en Las Palmas de G.C.
26.- D. Julio Roldán García Párroco de La Santa Cruz (Miller Bajo) en Las Palmas de G.C.
27.- D. Salvador Santana Rivero Rector del Seminario Diocesano
28.- D. Siro Vázquez Martínez, SDB Párroco de Santa Catalina en Las Palmas de G.C.

domingo, 9 de agosto de 2009

LA PATRONA DEL HIERRO VUELVE A SU ERMITA




La virgen de los Reyes, patrona de la isla de El Hierro, ha regresado a su ermita en La Dehesa, en donde permanecerá cuatro años antes de ser trasladada de nuevo a la capital herreña, Valverde.

El regreso de la patrona de la isla se hizo en compañía de bailarines y tocadores de los pueblos herreños y ante la devoción de los fieles.

El día de la Subida de la Virgen es el momento cumbre de la tradicional fiesta herreña ya que es el día en la que la imagen es conducida, de nuevo, a su morada habitual en su ermita de La Dehesa Comunal, donde permanecerá otros cuatros años.



jueves, 6 de agosto de 2009

LA PSICOSIS DE LA "SANTA MADRE IGLESIA"

La relación entre los seres humanos –incluidos los cristianos- no es materno-filial sino fraternal. En sentido evangélico, la Iglesia es Hermana, pero no Madre. Y es a través de esta fraternidad que se deriva la maternidad eclesial, pero no al revés.

Para que unos pocos aseguren su poder y su dominio sobre el Pueblo de Dios, ha sido necesario invertir la relación de parentesco.

Más en concreto…

· identificando e idolatrando a los que mandan como símbolo incuestionable de una maternidad…

· estableciendo, en una especie de síndrome de Estocolmo, una relación de dependencia afectiva y espiritual con respecto al cónclave de agresores.

· creando una especie de complejo de Edipo a la inversa, donde los hijos son sacrificados por la envidia y celos de una Madre que no quiere que le arrebaten el amor de su Dios Padre.

Se ha pervertido el sentido de la maternidad eclesial, como no podía ser de otro modo, en una Iglesia patriarcal dominada por el machismo. ¿Cómo disfrazar su violencia machista? ¡Mostrándola como Madre!

Si la Iglesia realmente fuese Madre habría características que nos lo indicarían, sin embargo, las características definitorias son esquivas a este apelativo: autoritarismo, censura, excomuniones, paternalismo machista…

Nada de esto parece indicarnos que estemos en presencia de una Madre. Pero ¿quién puede derribar la empedrada soberbia de una historia de pedrería barata y bisutería teológica?

Aunque sea evidente, podemos preguntarnos…

· si no es cierto que una madre acepta a sus hijos como son, no como ella quiere que sean,

· si una madre le cerraría la puerta a un hijo,

· si una madre culparía de su esterilidad (tabú oculto bajo el eufemismo “falta de vocaciones”) a sus propios hijos.

El lenguaje y las formas de estos que se autodenominan “Santa Madre Iglesia” es preponderantemente jerárquico y autoritario, machista, definitivamente nada maternal. Para más INRI la jerarquía católica se autoproclama no sólo madre, sino también santa. A los complejos psicológicos anteriores se une el narcisismo.

La “Santa Madre Iglesia” como tradicionalmente se entiende es una falacia y un eufemismo, un becerro de oro con pies de barro. La Jerarquía ha usurpado el trono maternal y se arroga un derecho que nadie le ha concedido, mucho menos Jesucristo.


J. Agustín Franco
Extraido de http://www.feadulta.com/

jueves, 30 de julio de 2009

DERECHOS Y PECADO

Cuando el gobierno de un país constitucionalmente aconfesional legisla, lo hace en virtud del poder que le otorga el voto de las urnas. El poder le viene del pueblo y el gobierno lo ejerce de acuerdo a esa constitución, mirando al desarrollo integral de la ciudadanía a quien sirve. No vale por tanto refugiarse en un complejo de persecución por la simple percepción de que la ley emanada de ese gobierno no concuerda con los postulados de una confesión religiosa.

Este complejo de persecución afecta en el caso de España a la religión católica y nace de dos apriorismos ajenos al quehacer político del país. Se parte, en primer lugar, de la posesión absoluta y exclusiva de la verdad. Este monopolio trunca la búsqueda como tarea humana inalienable, y es consecuencia, en segundo término, de una inercia histórica que tiene su origen en el concubinato Iglesia-Estado mantenido durante cuarenta años. Muerto el dictador, la Iglesia no se acostumbra a su luctuosa viudedad y permanece plañidera junto a la tumba del Valle de los Caídos añorante no sólo de su figura salvadora de la patria, sino de los beneficios que su presencia le reportaba.

La Constitución del 78 tuvo la valentía de echarse a caminar sin la sombra protectora de un Dios en el que siempre nos apoyamos los que vivimos el triste período anterior por imposición política y jerárquica. Deberíamos en el futuro vivir a la intemperie, modelándonos en el vértigo de la libertad, abriéndonos camino hacia la muerte como plenitud humana, soportando gozosamente la soledad ontológica que cada uno somos.

El hombre se interpreta a sí mismo como pregunta, como interrogante oscura que se sustenta en la projimidad, en el encuentro amoroso, en la esperanza preñada de utopía. (Digamos entre paréntesis que este es el hombre laico, pero que tal vez sea también la forma única de ser cristiano)

En este auténtico sentido del quehacer humano y humanizante, la Iglesia no debe sentirse paralela a la situación existencial del hombre ni experimentarse desplazada cada vez que la sociedad haga senderos, invente horizontes y camine resueltamente hacia ellos. Cada uno es responsable de sí mismo ante la propia conciencia.

No se entierra el amor cuando una pareja decide buscar amaneceres distintos con su mochila enamorada. ¿Es pecado el divorcio? Allá. Pero ciertamente no es un delito. ¿Es pecado la homosexualidad? Algunos, qué triste, no entenderán nunca el perfil exquisito de las rosas porque son adoradores incondicionales de las espinas.

La Iglesia necesita vivir en viernes santo, velando el cadáver de algún muerto espúreo, y prohíbe la explosión resurreccional de la libertad humana. Es domingo en los rosales y en el abrazo laico de las olas.

Rafael Fernando Navarro
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