domingo, 28 de marzo de 2010

Misericordia quiero y no sacrificios… Mt 9,13b


















Misericordia quiero y no sacrificios… Mt 9,13b

Imagino que muchos de ustedes al llegar estos días santos, preparan los corazones para que de verdad, desde lo más hondo de cada uno, las huellas de Aquel Galileo, marquen en la tierra sagrada de sus vidas, la frescura del evangelio, la Esperanza que regenera la vida y experimentar como todo lo hace nuevo.
También es cierto y por eso me animo a reflexionar en voz alta, que a muchos de nosotros: tronos, procesiones, mantillas y alfombras nos revuelven las tripas, no de “progres” ni de creyentes puros, (nada más lejos por cierto); se nos revuelven las tripas del “querer” a nuestra gente, las tripas de una Iglesia a la que amamos pero que con tristeza repite la historia…
Quiero seguir de cerca al profeta Isaías en el capítulo 58.   
 1 »¡Grita con toda tu fuerza, no te reprimas!
      Alza tu voz como trompeta.
   Denúnciale a mi pueblo sus rebeldías;
      sus pecados, a los descendientes de Jacob.

Que difícil es desmontar lo que año tras año, va cobrando mayor impulso: ropajes por las calles, tronos engalanados, rostros llorosos, cierto orgullo prepotente de saber que “cada año” participa más gente”… Alzar la voz, denunciar, reflexionar y tomar opciones pastorales es nuestra tarea, de la que tenemos que dar cuenta…

2 Porque día tras día me buscan,
      y desean conocer mis *caminos,
   como si fueran una nación
      que practicara la justicia,
   como si no hubieran abandonado
      mis mandamientos.

Esto si que es difícil, buscar día a día al Señor, conocer sus caminos… Razón tienen los que en la Iglesia están gritando para que hablemos más del evangelio, más de la felicidad que Dios quiere darnos, del Amor incondicional de un Dios que es compasivo arrepintiéndose tantas veces de sus enfados ante las traiciones de todos nosotros.

   Me piden decisiones justas,
      y desean acercarse a mí,
3 y hasta me reclaman:
      "¿Para qué ayunamos, si no lo tomas en cuenta?
      ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?"

Escuchamos tantas veces el evangelio de “carrerilla”, de “memoria” que nuestras prácticas están blindadas para que no se cuestione nunca nada; para que nunca crucemos nuestra mirada con los fariseos (una clase insolente que busca agradar a Dios cumpliendo escrupulosamente las leyes por encima de las personas) ¿Les suena de algo?...

      »Pero el día en que ustedes ayunan,
      hacen negocios y explotan a sus obreros.
4 Ustedes sólo ayunan para pelear y reñir,
      y darse puñetazos a mansalva.
   Si quieren que el cielo atienda sus ruegos,
      ¡ayunen, pero no como ahora lo hacen!
5 ¿Acaso el ayuno que he escogido
      es sólo un día para que el *hombre se mortifique?
   ¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco,
      haga duelo y se cubra de ceniza?
   ¿A eso llaman ustedes día de ayuno
      y el día aceptable al Señor?

Los tronos se mueven igual que los juncos provocando el sentimentalismo ante unas imágenes “sagradas”. Las procesiones con militares, policías, público, clero revestido para la ocasión, panegíricos, son parte de una liturgia que no deja de ser un “bonito y cultural” espectáculo… ¿No se referirá el profeta cuando dice que a Dios le asquea los novilunios, sacrificios y holocaustos a este tipo de espectáculo? ¿Dios no estará cansado de aquel canto que dice: “no estés eternamente enojado”? No sé de lo que Dios está cansado porque no desayuno con Él todos los días, pero me huelo por lo que dicen los profetas y el mismísimo Jesús que todo eso le sabe a poco, que quiere un canto nuevo en el corazón de cada persona, el canto de la libertad, el canto del amor que hace todo posible; que la gente vibre no ante un Cristo de Lujan Pérez, muy bello por cierto, sino que vibre ante el vecino que lleva en paro más de 14 meses y están escapando como pueden, que vibren por la belleza de la solidaridad entre los pueblos, que oren en cualquier lugar dándole gracias porque un día más sigue apostando por nosotros…
 
  6 »El ayuno que he escogido,
      ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia
      y desatar las correas del yugo,
   poner en libertad a los oprimidos
      y romper toda atadura?
7 ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento
      y dar refugio a los pobres sin techo,
   vestir al desnudo
      y no dejar de lado a tus semejantes?
8 Si así procedes,
      tu luz despuntará como la aurora,
      y al instante llegará tu sanidad;
   tu justicia te abrirá el camino,
      y la gloria del Señor te seguirá.

¿Dios, por qué escoges este ayuno? ¿No es más fácil el otro? ¿No te puedes contentar con que nombremos muchísimas veces las enseñanzas de los papas? (por cierto, vaya jodida costumbre… a todos los que les dan una responsabilidad terminan citando cada día, más la última encíclica que el propio evangelio. Como me río por no llorar, cuando dicen aquello de “no tengan miedo, remar mar adentro” de Juan Pablo II, ¡que fuerte!... ¿Se habrán olvidado que son las palabras del Señor? Pero no, el ayuno que Él quiere es el de la justicia y dignidad para todos los seres humanos… Hay que ver como es este Dios, tiene cada cosa…

9 Llamarás, y el Señor responderá;
      pedirás ayuda, y él dirá: "¡Aquí estoy!"
      »Si desechas el yugo de opresión,
      el dedo acusador y la lengua maliciosa,
10 si te dedicas a ayudar a los hambrientos
      y a saciar la necesidad del desvalido,
   entonces brillará tu luz en las tinieblas,
      y como el mediodía será tu noche.

De verdad lo digo, siento tristeza porque se que muchos compañeros están embarcados en esas tareas en estos días, gastando esfuerzos y vida; seguramente para muchas personas también será una oportunidad para encontrar al Señor, pero lo que si me parece claro es la urgencia de ir dando a tanta historia un mayor calado evangélico y pastoral, si no, se nos irá de las manos, si ya no se nos ha ido…

Sergio Afonso Miranda

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